TÚ ERES MARÍA LA MADRE DE DIOS
Tú eres, María,
la madre de Dios.
Tú eres la madre
que nos dio el Señor.
Tú estabas ya presente en los siglos
cuando el Padre por su amor te regaló,
y fuiste tú la madre de su Hijo,
por eso eres la madre del amor.
Tú eres, María,
la madre de Dios.
Tú eres la madre
que nos dio el Señor.
Tú eres el consuelo del hermano
cuando el Padre nos acerca al dolor,
ofreces la esperanza de tu mano
y alumbras el camino del Señor.
Tú eres, María,
la madre de Dios.
Tú eres la madre
que nos dio el Señor.
Tú cantas la grandeza de sus manos
y las obras que hizo en ti el Creador.
Tú has hecho tantas cosas por nosotros,
los labios dejan paso al corazón.
Tú eres, María,
la madre de Dios.
Tú eres la madre
que nos dio el Señor.
Fuente: https://youtu.be/0SH8fAA9-VE
Bueno es dar gracias a Yahveh, y salmodiar a tu nombre, Altísimo,
Publicar tu amor por la mañana, y tu lealtad por las noches,
Al son del arpa de diez cuerdas y la lira, con un susurro de cítara.
Pues con tus hechos, Yahveh, me regocijas, ante las obras de tus manos grito:
«¡Qué grandes son tus obras, Yahveh, qué hondos tus pensamientos!»
El hombre estúpido no entiende, el insensato no comprende estas cosas.
Si brotan como hierba los impíos, si florecen todos los agentes de mal, es para ser destruidos por siempre;
Más tú, Yahveh, eres excelso por los siglos.
Mira cómo tus enemigos perecen, se dispersan todos los agentes de mal.
Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí aceite nuevo;
Mi ojo desafía a los que me acechaban, mi oído escucha a los malvados.
Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano.
Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro.
Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos,
Para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él.
Venid, cantemos gozosos a Yahveh, aclamemos a la Roca de nuestra salvación;
con acciones de gracias vayamos ante él, aclamémosle con salmos.
Porque es Yahveh un Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses;
En sus manos están las honduras de la tierra, y suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que sus manos formaron.
Entrad, adoremos, prosternémonos, ¡de rodillas ante Yahveh que nos ha hecho!
Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano.
Alabad a Dios en su santuario, alabadle en el firmamento de su fuerza,
Alabadle por sus grandes hazañas, alabadle por su inmensa grandeza.
Alabadle con clangor de cuerno, alabadle con arpa y con cítara,
Alabadle con tamboril y danza, alabadle con laúd y flauta,
Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de aclamación.
¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!.