Cristo está conmigo,
Junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.
Ya no temo, Señor, la tristeza;
ya no temo, Señor, la soledad,
porque eres, Señor, mi alegría;
tengo siempre tu amistad.
Cristo está conmigo,
Junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.
Ya no temo, Señor, a la noche;
ya no temo, Señor, la oscuridad,
porque brilla tu luz en la sombras,
ya no hay noche, Tú eres luz.
Cristo está conmigo,
Junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.
Ya no temo, Señor, los fracasos;
ya no temo, Señor, la ingratitud,
porque el triunfo, Señor, en la vida,
Tú lo tienes, tú lo das.
Cristo está conmigo,
Junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.
Ya no temo, Señor, los abismos;
ya no temo, Señor, la inmensidad,
porque tú eres, Señor, el camino
y la vida y la verdad.
Cristo está conmigo,
Junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.
Ya no temo, Señor, a la muerte,
ya no temo, Señor, la eternidad;
porque tú estás allá esperando
que yo llegue hasta Ti.
Cristo está conmigo,
Junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.
Fuente: https://youtu.be/mX-UXy6dO5g
SALMO 92
SALMO 92, 1-3
Bueno es dar gracias a Yahveh, y salmodiar a tu nombre, Altísimo,
Publicar tu amor por la mañana, y tu lealtad por las noches,
Al son del arpa de diez cuerdas y la lira, con un susurro de cítara.
SALMO 92, 4-6
Pues con tus hechos, Yahveh, me regocijas, ante las obras de tus manos grito:
«¡Qué grandes son tus obras, Yahveh, qué hondos tus pensamientos!»
El hombre estúpido no entiende, el insensato no comprende estas cosas.
SALMO 92, 7-9
Si brotan como hierba los impíos, si florecen todos los agentes de mal, es para ser destruidos por siempre;
Más tú, Yahveh, eres excelso por los siglos.
Mira cómo tus enemigos perecen, se dispersan todos los agentes de mal.
SALMO 92, 10-12
Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí aceite nuevo;
Mi ojo desafía a los que me acechaban, mi oído escucha a los malvados.
Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano.
SALMO 92, 13-15
Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro.
Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos,
Para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él.
SALMO 95
SALMO 95, 1-3
Venid, cantemos gozosos a Yahveh, aclamemos a la Roca de nuestra salvación;
con acciones de gracias vayamos ante él, aclamémosle con salmos.
Porque es Yahveh un Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses;
SALMO 95, 4-7
En sus manos están las honduras de la tierra, y suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que sus manos formaron.
Entrad, adoremos, prosternémonos, ¡de rodillas ante Yahveh que nos ha hecho!
Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano.
SALMO 150
SALMO 150, 1-3
Alabad a Dios en su santuario, alabadle en el firmamento de su fuerza,
Alabadle por sus grandes hazañas, alabadle por su inmensa grandeza.
Alabadle con clangor de cuerno, alabadle con arpa y con cítara,
SALMO 150, 4-6
Alabadle con tamboril y danza, alabadle con laúd y flauta,
Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de aclamación.
¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!.