A LOS HOMBRES AMÓ DIOS
A los hombres amó Dios
como nadie amó jamás;
de la mano Él nos conduce
y es luz en la oscuridad.
Cuando partimos el pan,
nos une en la caridad;
es el pan de la amistad,
el pan de Dios.
Es mi cuerpo;
tomad y comed.
Es mi sangre,
tomad y bebed.
Pues yo soy la vida,
Yo soy el amor.
Oh Señor,
haz que vivamos en tu amor.
A los hombres amó Dios
como nadie amó jamás;
para la gente del pueblo
es el hijo de José.
Con sus manos trabajó
como hacían los demás.
Conoció los sufrimientos
y el dolor.
Es mi cuerpo;
tomad y comed.
Es mi sangre,
tomad y bebed.
Pues yo soy la vida,
Yo soy el amor.
Oh Señor,
haz que vivamos en tu amor.
A los hombres amó Dios
como nadie amó jamás.
Y su amor tan grande fue
que lo condujo hasta la cruz.
Pero más pudo el amor
que la muerte y el dolor,
vencedor, tres días
después resucitó.
Es mi cuerpo;
tomad y comed.
Es mi sangre,
tomad y bebed.
Pues yo soy la vida,
Yo soy el amor.
Oh Señor,
haz que vivamos en tu amor.
A los hombres amó Dios
como nadie amó jamás.
Y en la cruz el Salvador
su propia vida nos dejó.
Y toda la humanidad
es el cuerpo del Señor,
nada puede separarnos de su amor.
Es mi cuerpo;
tomad y comed.
Es mi sangre,
tomad y bebed.
Pues yo soy la vida,
Yo soy el amor.
Oh Señor,
haz que vivamos en tu amor.
Fuente: https://youtu.be/aaw_1cdu_g4
Bueno es dar gracias a Yahveh, y salmodiar a tu nombre, Altísimo,
Publicar tu amor por la mañana, y tu lealtad por las noches,
Al son del arpa de diez cuerdas y la lira, con un susurro de cítara.
Pues con tus hechos, Yahveh, me regocijas, ante las obras de tus manos grito:
«¡Qué grandes son tus obras, Yahveh, qué hondos tus pensamientos!»
El hombre estúpido no entiende, el insensato no comprende estas cosas.
Si brotan como hierba los impíos, si florecen todos los agentes de mal, es para ser destruidos por siempre;
Más tú, Yahveh, eres excelso por los siglos.
Mira cómo tus enemigos perecen, se dispersan todos los agentes de mal.
Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí aceite nuevo;
Mi ojo desafía a los que me acechaban, mi oído escucha a los malvados.
Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano.
Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro.
Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos,
Para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él.
Venid, cantemos gozosos a Yahveh, aclamemos a la Roca de nuestra salvación;
con acciones de gracias vayamos ante él, aclamémosle con salmos.
Porque es Yahveh un Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses;
En sus manos están las honduras de la tierra, y suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que sus manos formaron.
Entrad, adoremos, prosternémonos, ¡de rodillas ante Yahveh que nos ha hecho!
Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano.
Alabad a Dios en su santuario, alabadle en el firmamento de su fuerza,
Alabadle por sus grandes hazañas, alabadle por su inmensa grandeza.
Alabadle con clangor de cuerno, alabadle con arpa y con cítara,
Alabadle con tamboril y danza, alabadle con laúd y flauta,
Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de aclamación.
¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!.