CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

REFLEXIÓN PARA EL 4 DE AGOSTO

Pidamos también nosotros a nuestro querido Jesús la humildad, la confianza y la fe de nuestra querida santa Clara;
Como ella pidamos a Jesús fervorosamente, abandonándonos a Él, desapegándonos de este embustero aparato del mundo en donde todo es locura y vanidad, todo pasa, sólo Dios le queda al alma, si ha sabido amarlo mucho.
(Epist. III, p. 1092)
Padre Pio de Pietrelcina

EPÍSTOLA DE SANTIAGO

CAPÍTULO  5

CAPÍTULO 5, 1-6

1 Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros.
2 Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados;
3 vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos.
4 Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.
5 Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza.
6 Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.

CAPÍTULO 5, 7-11

7 Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor. Mirad: el labrador espera el fruto precioso de la tierra aguardándolo con paciencia hasta recibir las lluvias tempranas y tardías.
8 Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones porque la Venida del Señor está cerca.
9 No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser juzgados; mirad que el Juez está ya a las puertas.
10 Tomad, hermanos, como modelo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
11 Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Habéis oído la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio; porque = el Señor es compasivo y misericordioso. =

CAPÍTULO 5, 12-26

12 Ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni por ningún otra cosa. Que vuestro sí sea sí, y el no, no; para no incurrir en juicio.
13 ¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante salmos.
14 ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor.
15 Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.
16 Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.

CAPÍTULO 5, 17-20

17 Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.
18 Después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.
19 Si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro le convierte,
20 sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y = cubrirá multitud de pecados. =

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