CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS, SANACIÓN FÍSICA Y ESPIRITUAL

  ORACIÓN POR LOS ENFERMOS, SANACIÓN FÍSICA Y ESPIRITUAL

Padre Santo, «tú manifiestas tu poder y das grandes golpes, realizando curaciones, señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús» (Hechos 4,30). «Para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2, 10-11). Creemos que el nombre de Jesús tiene poder para sanar, liberar y salvar. También creemos en tu Palabra donde nos dices: «No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún otro Nombre por el que debamos ser salvados» (Hechos 4, 12). Envía Señor, el coraje, la intrepidez y el poder de tu Espíritu Santo para que se realicen los signos y prodigios, curaciones y milagros en nosotros en este momento de gracia.

Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida, eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos para que tengas compasión de ellos. Padre Eterno, te pedimos en el Nombre de Jesús que extiendas tu mano, nos des el Espíritu Santo para convertir los corazones y liberar a tu pueblo, por el poder del Nombre de Jesús. Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.

Dios Padre, en tu santo Nombre, nosotros te pedimos con la fe que nos es posible que se realicen entre nosotros curaciones físicas y espirituales; te pedimos que salves y sanes a los matrimonios, que las familias se reconcilien y vivan unidas por medio de tu amor, que nuestros corazones sean curados y desaparezca todo odio y resentimiento hacia nuestros hermanos, que los oprimidos alcancen la libertad tan preciada que tú Señor nos ofreces.

Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido oración y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza. y que reciban la salud para gloria de tu Nombre. Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor.

Que todos los corazones se conviertan a la Palabra de Dios y que tú Señor mores en ellos con el don de tu Espíritu Santo. Cúranos Señor Jesús, libéranos Señor Jesús, Sálvanos Señor Jesús. Danos la gracia y la alegría que nos falta. También danos la paz en nuestros corazones y en nuestras vidas, libéranos de tantos ruidos que no permiten que te escuchemos e introdúcenos en el silencio de tu corazón amoroso. Danos el amor, danos el perdón, danos tu misericordia. Danos el don de orar para comunicarnos contigo todos los días y en todos los momentos de nuestra vida.

Amén.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

CAPÍTULO 6

Capítulo 6, 9-11

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;

Capítulo 6, 12-15

y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

Capítulo 6, 16-18

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Capítulo 6, 19-21

No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Capítulo 6, 22-24

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

Capítulo 6, 25-27

Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

Capítulo 6, 28-30

Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

Capítulo 6, 31-34

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.

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