Último día de la novena
(María, Reina del corazón humano)
Oración preparatoria.
Madre de El Quinche, sálvanos de los peligros hoy como ayer, vuelve a esparcir a manos llenas tus milagros. Danos la paz del alma y la obediencia a los mandatos de tu Hijo. Destierra la violencia en el mundo y la confusión de las ideologías, siembra Madre en nosotros la esperanza para anunciar con fortaleza tu Reino de amor y paz.
Protege la fe y la unidad de nuestras familias y confírmanos en el amor y la adhesión a Jesucristo que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos, amén.
Comienzo de la novena.
- Por la + señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días.
Dulcísima Madre de El Quinche. ¡Refugio de los desamparados, consuelo de los que sufrimos en este valle de lágrimas! Vuelve a nosotros tu mirada llena de misericordia y compadécete de nuestra situación. (En un momento de silencio haz tu petición). Te damos gracias por todos los beneficios que por tu intercesión hemos recibido y esperamos alcanzar las gracias que te pedimos en esta novena. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Lc 16,10-15)
El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fueron fieles en el dinero injusto, ¿Quién les confiará lo verdadero? Y si no fueron fieles con lo ajeno, ¿Quién les dará lo suyo? «Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero.» Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él.
Y les dijo: «Ustedes son los que se consideran justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios. Palabra del Señor.
Consideración para el noveno día.
María Santísima es coronada en el cielo como Reina del Universo. La coronación de María no significa un don gratuito del Padre sino el premio a una vida ejemplar, sin tacha; a una vida de unión constante con su Dios para hacer en todo su Voluntad. La vida de María puede resumirse en: Amar a Dios diariamente y servir a los hombres sus hermanos. No olvidemos que Jesucristo nos dejó a María como nuestra Madre. Virgen Santísima de El Quinche, Madre mía bondadosísima, quiero terminar esta Novena dándote gracias por tantos ejemplos y lecciones que me has dado y prometo ser fiel a tus enseñanzas.
Padre nuestro, Dios te salve y Gloria…
Compromiso
Mi propósito será venerar a la María Santísima todos los días con el rezo del ángelus o del santo rosario.
Oración final
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza a Ti celestial Princesa, Virgen, sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón, mírame con compasión, no me dejes Madre mía, ahora y en mi última agonía, sed mi amparo y protección. Amén.
(Canción final)
Fuente: Manual de Piedad Misioneros Oblatos
Novena a nuestra Madre la Virgen Santísima de el Quinche
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3. 15 minutos en compañía de Jesús sacramentado
4. Oración de una mujer por la salud de su esposo
7. Oración para antes de leer la biblia
8. Oración para antes de un viaje
9. Oración por los padres difuntos
11. Nueve domingos al divino niño Jesús
16. Oración antes de la confesión
18. Oración para antes de tomar una decisión
19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
CAPÍTULO 6
Capítulo 6, 9-11
Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;
Capítulo 6, 12-15
y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Capítulo 6, 16-18
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Capítulo 6, 19-21
No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
Capítulo 6, 22-24
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Capítulo 6, 25-27
Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Por lo demás, ¿Quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
Capítulo 6, 28-30
Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
Capítulo 6, 31-34
No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿Qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.