CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

LECTIO ENERO 21 DE 2024

3ero del Tiempo Ordinario

EL PRIMER ENCUENTRO CON EL MAESTRO:
Kerigma y discipulado
Marcos 1, 14-20

Introducción

Siempre estamos en espera de noticias, esperamos recibir buenas. Si es verdad que cada vez que abrimos el “evangelio” (=Buena Noticia), recibimos una buena, hoy tenemos que decir que se nos da la Buena Noticia por excelencia: el núcleo de todas las buenas noticias del Evangelio de Jesucristo. Esta nos es comunicada por Dios y nos dice en qué relación Él está con nosotros. Esta noticia es el fundamento de nuestro gozo y de nuestra confianza.

El texto de hoy es programático: (1) En el kerigma que sale de sus labios captamos qué es lo que Jesús ha venido a decirnos y a darnos; (2) desde el principio Jesús aparece en relación, una relación maestro-discípulo. Los dos textos nos dan el horizonte fundamental de la obra salvífica de Jesús y del seguimiento.  Pero todo apunta al seguimiento: la pertenencia a Jesús, la comunión de vida con él y con los otros que también han sido llamados.

Disfrutemos este primer estudio bíblico marcano del año.

1. El texto

Leamos Marcos 1,14-20:

“14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios:
15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva».
16 Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres».
18 Al instante, dejando las redes, le siguieron.
19 Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes;
20 y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él”.

Este pasaje está estructurado así:

(1) La descripción del comienzo del ministerio de Jesús con un resumen de su anuncio fundamental: el Kerigma (1,14-15). En estos dos versículos encontramos:
(a) Una información que sitúa el comienzo del ministerio de Jesús en Galilea (1,14)
(b) Una cita del contenido de la predicación de Jesús (1,15)
(2) El llamado de los cuatro primeros discípulos en el lago de Galilea (1,16-20). Donde se distinguen dos escenas:
(a) El llamado de Simón y Andrés (1,16-18)
(b) el llamado de Santiago y Juan (1,19-20)

Profundicémoslo.

2. Comienza el ministerio de Jesús: el Kerigma (1,14-15)

Marcos comienza el relato del ministerio de Jesús con una descripción sintética de su venida a Galilea (1,14), donde expone el contenido esencial de su mensaje y su exhortación más importante, esto es, el “kerigma”: la “Buena Nueva de Dios” (1,15). Lo leemos en estos dos versículos es un “sumario”, una síntesis de lo que Jesús realizó ampliamente, una y otra vez, en su ministerio.

2.1. El comienzo del ministerio de Jesús en Galilea (1,14)

“Después que Juan fue entregado, vino Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios…”

Después de Juan…

El ministerio de Jesús comienza en Galilea. Allí se había situado su primera aparición: “Vino Jesús desde Nazaret de Galilea” (1,9) hasta Judea, donde estaba Juan (ver 1,5). Después del bautismo y de las tentaciones en el desierto lo encontramos allí de nuevo.

No sabemos la fecha exacta, pero de todas maneras se nos da una referencia: “Después que Juan fue entregado”. Algunos creen que Marcos se está refiriendo a la muerte del Bautista, otros piensan más bien en el encarcelamiento (así lo dejan entender en algunas traducciones). El término “entrega”, término que pertenece al vocabulario de la pasión, tiende enseguida sobre el horizonte –ya desde el primer instante en que comienza el ministerio de Jesús- la sombra de la cruz: si el precursor terminó de esta manera, ¿Qué le aguardará al Mesías? (ver 9,13).

Jesús viene…

Juan había anunciado a Jesús como uno que “viene”. Por fin esto sucede. Una cita de Isaías podría acompañar bien este momento: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ‘Ya reina tu Dios’!” (52,7).

No viene a cualquier parte, Marcos dice: “Vino… a Galilea”. Para el evangelista Marcos, Galilea es un terreno importante: es el espacio de referencia del ministerio terreno de Jesús (ver 1,16.28.39; 3,7; 7,31; 9,30) en toda la primera parte del Evangelio. Es desde allí que parte la misión hacia los paganos (7,24.31) y también desde donde impulsa su camino hacia Jerusalén.

Después de los eventos trágicos de la pasión, precisamente en Galilea será congregada de nuevo la comunidad de los discípulos: “Después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea” (14,28). Y este, efectivamente, será el último pensamiento del relato evangélico: “Irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo”  (16,7). Galilea, como veremos, se irá constituyendo progresivamente en el lugar del discipulado y de la misión iluminados por el fulgor de la pascua de Jesús.

Proclamaba la Buena Nueva de Dios…

El ministerio es caracterizado por una predicación, que es hacer una proclamación con la autoridad y la potencia de un heraldo; ver 1,4.7). Enseguida vendrán los efectos visibles de ella.

A diferencia de la predicación que ya se le escuchó a Juan, la de Jesús es llamada desde el principio “Buena noticia” (ver también 1,1.15), más aún, como “la” buena noticia, no hay otra superior ni mejor que ésta. Su contenido es Dios y su acción:
• Buena noticia “de” Dios: porque proviene de Dios.
• Buena noticia “de” Dios: porque nos habla de lo que Dios hace por nosotros.

Este mensaje fundamental que viene de Dios y habla de Dios es la noticia de un hecho real, de un acontecimiento; no se trata de una teoría, ni mucho menos de especulaciones sobre Dios, sino de la narración de un hecho. La realidad fundamental que Jesús viene a revelar es del acontecer concreto de Dios en medio de nosotros. Gracias a este anuncio sabemos qué tipo de relación Dios quiere establecer con nosotros.

La noticia es “buena” porque nos aporta lo que necesitamos para ser felices, para que nuestra alegría sea real, de fondo y duradera. Ella es fuente de gozo.

Quien acoge la Buena Nueva, tomándosela en serio, se coloca enseguida en terreno firme: conoce la cercanía salvífica, poderosa y segura de Dios que le trae paz, solidez y gozo a su vida.

Pero, ¿en qué consiste este acontecer de Dios?

2.2. Una cita del contenido de la predicación (kerigma) de Jesús (1,15)

“El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva”

En dos frases Jesús nos dice en qué consiste el acontecer de Dios (la Buena Nueva). Dentro de ellas, cuatro verbos – dos que tienen como sujeto a Dios y las otras dos al hombre, constituyen el kerigma:

• 1,15ª. La primera frase es narrativa, nos describe “lo que Dios hace” por nosotros:
o Cumplir el tiempo
o Aproximar su Reino

• 1,15b. La segunda frase es exhortativa, quiere provocar en nosotros una reacción frente al anuncio; en otras palabras nos dice qué es “lo que el hombre debe hacer” ante este acontecer magnífico de Dios:

o Convertirse
o Creer

Tengamos presente que la formulación del kerigma tiene carácter dialogal. Esto es importante. Jesús no viene dando enseguida prescripciones; él procede de otra manera: en primer lugar pone de presente lo que Dios está haciendo por el hombre a través de su ministerio público (que es el resto de la narración evangélica) y luego llama al hombre para que responda mediante una acción vital.

(1) Lo que Dios hace por nosotros (1,15ª)

Dios ha cumplido el tiempo…

Jesús  anuncia ante todo que en el largo camino de Dios en la historia de la salvación ha llegado a su momento cumbre, su momento decisivo (en griego “Kairós”).

El sentido de esta expresión lo podríamos explanar así:
• Este es tiempo de cumplimiento de las promesas de Dios en el Antiguo Testamento: lo anunciado se vuelve realidad.
• Este es un tiempo del cual depende todo lo demás.
• En este tiempo Dios responde a los anhelos y expectativas más hondas del hombre que busca el sentido y la realización de su existencia.
• Este no es un tiempo caracterizado por palabras sino por hechos.
• Este no es un tiempo como los otros, donde suceden muchas cosas sin relevancia, lo que ahora se constata es el actuar especial, decisivo y benévolo de Dios.

Este tiempo coincide con el ministerio de Jesús: en Él Padre Dios está llevando a cabo el cumplimiento. Habrá, entonces que acompañar estrechamente el camino de Jesús, allí donde se ofrece un seguro conocimiento del actuar fiel de Dios.

Pero este tiempo del cumplimiento es gozoso (Buena Nueva) solamente para quien lo reconoce como tal. Para los otros puede convertirse en tiempo de juicio (así lo recuerda Lc 19,44). Por eso no hay que dejar pasar en vano este tiempo, sino reconocerlo en su significado más hondo, acogiendo de la forma correcta lo que ahora ocurre. Puede decirse que este “tiempo de Dios” es también el tiempo en el cual el hombre debe hacer sus opciones frente a este actuar de Dios.

El Reino de Dios está cerca…

Viene lógicamente la pregunta: ¿Qué caracteriza este tiempo del actuar definitivo de Dios? ¿Qué es lo que Dios “hace”? La respuesta es: “El Reino de Dios está cerca” (Literalmente: “ha sido aproximado”).

Todo se sintetiza en la expresión “Reino de Dios”. Aunque en principio es una metáfora que alude a la antigua institución monárquica de Israel, hay que tener presente que su contenido es un eco de la confesión de fe más importante de la Biblia.

El reconocimiento de que Yahvé es Rey va de la mano de su reconocimiento como creador

Quiere decir que el mismo Dios autor de la creación (Gn 1-2) lleva a su plena realización aquello que ha creado cuando, asumiéndolo, reina en él (Ex 40,34); el mismo que creó sabe para qué creó y cuál es su destino. Por tanto, su señorío es ante todo un asumir su criatura para conducirla en la dirección del proyecto para la cual fue creada.

La fe de Israel, en el Antiguo Testamento, que Dios es el Señor y el Rey de Israel (ver Isaías 43,15; 52,7) y se esperó su manifestación abierta como el único Rey Señor de todos los hombres y de todas las cosas de forma visible. Recordemos al menos tres citas:

• “Yo reuniré a la oveja coja, reuniré a la perseguida… Entonces reinará Yahvé sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre” (Miqueas 4,6-7)
• “¡Yahvé, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás ya ningún mal” (Sofonías 3,15).
• “Y será Yavhé rey sobre toda la tierra: ¡el día aquel será único Yahvé y único su nombre!” (Zacarías 14,9).

Pues bien, en Jesús Dios está ocupándose responsable y poderosamente de sus criaturas. Por eso los signos del Reino serán todos signos de liberación, de vida, de plenitud. Con hechos concretos Jesús mostrará el centro de su mensaje: “¡Dios es el Señor! ¡Este Señor está cercano!”.

Si Dios “es el Señor”, en consecuencia:

• Nosotros y todo lo que nos rodea es criatura suya.
• Él es el Señor soberano y santo, tiene poder y fuerza, decide y determina.
• Es el Señor, quien se ocupa de su pueblo y le asegura la salvación plena y verdadera.
• Él es el Señor que decide y se ocupa de nosotros.
• No estamos al mismo nivel de Dios, no podemos imponerle nada: lo nuestro es seguirlo.

Ahora bien, una consecuencia del Señorío de Dios es nuestra libertad, en otras palabras, el mensaje de que Dios es el Señor es el mensaje de nuestra fundamental liberación:
• Todos los demás poderes y señores son colocados en su sitio, se les ve desde sus proporciones reales.
• Porque Dios es el Señor no somos esclavos de nadie, no debemos dejarnos reducir a la esclavitud de nadie ni de nada.
• En la medida en que estemos en comunión se sostendrá nuestra libertad.

Ahora bien, Jesús especifica que este Reino “Está cerca…”. Esto es lo particular de este tiempo del cumplimiento, lleno de gracia y decisivo, que ha comenzado:
• Dios es el Señor siempre y de todo, pero su señorío no se impone abiertamente de modo indiscutible; puede permanecer escondido, poco perceptible, hasta el punto de dar la impresión de que Dios y su Reino no existan.
• Para reconocerlo se requiere la fe. El significado de esta cercanía del Reino se debe captar en el actuar de Jesús: en él se nos revela de qué manera Dios se ha aproximado al hombre con su Reino.

(2) Lo que el hombre está llamado a “hacer” (1,15b)

Todo el actuar de Jesús está completamente referido a Dios. Todo lo que viene a anunciar está resumido en esta frase: Dios es el Señor –él y ningún otro fuera de Él ni paralelamente a Él- y Dios está cerca. De este mensaje se derivan los dos mandatos: ¡Conviértanse! y ¡Crean! Es así como el Reino puede acontecer plenamente en cada persona y comunidad.

Convertíos…

No se puede permanecer indiferente frente a la noticia. La conversión es ante todo:

• Un cambio de ruta.

No se puede continuar el camino de siempre, hay que cambiar radicalmente la dirección del proyecto de vida. En este sentido, convertirse es retornar al punto inicial del cual se ha partido y de donde se ha alejado. Nuestro punto de partida es Dios: de él venimos y a él le debemos todo. Conversión es orientarse de nuevo hacia él, regresar a él. No bastan vagos propósitos, se requiere una orientación fundamental de la vida hacia él: hacia este Dios que es el Señor y que se aproxima a cada persona en la obra y en el camino de Jesús de Nazaret.

• Un cambio de mentalidad.

De hecho el término griego “metanoia” significa “cambio de mentalidad”, de “visión” de la vida: de Dios, de los otros, de uno mismo, del mundo, de la historia. Se trata de un reaprendizaje de la vida desde una nueva estructura valorativa que redimensiona nuestra manera de interactuar con el entorno.

Escuchar el Evangelio implica autocrítica, cambio y renovación.

Creed en la Buena Nueva…

Creer es reconocer la verdad y la validez de lo que se comunica en la Buena Nueva. Pero no es un simple asentimiento mental: creer es un acto de confianza total que lleva a la adhesión a la persona de Jesús y a su mensaje. Es aceptar y tomar en serio la persona de Jesús y hacer de su mensaje sobre el señorío de Dios y su cercanía el fundamento de la propia vida.

El “creer” será el distintivo esencial del discípulo: el abandono filial al hecho que Dios es su Señor, que está cercano, que en la persona y en el camino de Jesús de Nazaret está revelando toda su misericordia, su señorío, su interés por nosotros. Esta actitud será el motor de toda la dinámica del “seguimiento” que caracterizará a los discípulos.

El “creer” reconfigura la vida entera: darle el “sí” a Dios en Jesús debe influir en nosotros de tal manera que todo nuestro proyecto de vida sea construido sobre esta realidad que aceptamos.

Es por esto que la conversión y la fe circulan entre sí como vasos comunicantes. La conversión ocurre creyéndole al Evangelio, creyéndole al contenido del mensaje de Jesús. Al mismo tiempo, en la medida en que se cree en Jesús, la vida se redirecciona y se aprende una nueva visión de la vida desde la óptica de Jesús. El creer indica en qué consiste el cambio pedido en la conversión: es recorrer el mismo camino de Jesús, el espacio-itinerario en el cual acontece el Reino de Dios.

3. El llamado de los cuatro primeros discípulos: cinco características de la vocación según Marcos (1,16-20)

Después de la descripción sintética del mensaje y del mandato de Jesús, con el cual se indica el fundamento y el ámbito de todo su actuar, el evangelista Marcos nos refiere como primera acción concreta de Jesús el llamado de los cuatro primeros discípulos.

En dos escenas, que tienen como escenario el lago de Galilea, se describe la respuesta perfecta al kerigma. De hecho el “seguimiento” es el ejercicio de “convertirse y creer”.

Observemos cinco características del acontecimiento vocacional.

(1) Primera característica: el llamado de Jesús es una invitación

A diferencia de lo que sucede en las conocidas escuelas rabínicas, los discípulos no se presentan por propia iniciativa donde Jesús, ni tampoco le piden informaciones previas para ver si participan en su obra; es Jesús quien los escoge: “Venid detrás de mí” (=síganme; 1,17ª), “los llamó” (1,20ª)

En este llamado Jesús no les hace ofertas de vida cómoda, con estipendio ni vacaciones aseguradas. Pero si su llamado es exigente, también es verdad que es tan grande que puede darle sentido y plenitud a sus vidas.

(2) Segunda característica: los llama en medio de sus oficios

Quienes fueron llamados no andaban desocupados: Jesús los “ve” en medio de las labores propias de su profesión. Ellos son pescadores: los dos primeros están lanzando las redes, los otros dos las están remendando.

Ya tenían tarea, no andaban desempleados ni sin proyecto de vida. Aquí se ve la radicalidad de la llamada de Jesús, quien transforma profundamente sus vidas: los arranca de sus anteriores hábitos, actividades, círculos de relación; no admite confusiones ni componendas con otras realidades; exige decisión y desprendimiento radical.

(3) Tercera característica: es un llamado hacia la persona de Él

Ellos son llamados para ir detrás de Él: “Vengan detrás de mí” (1,17ª), “dejando las redes, le siguieron” (1,18), “Y ellos fueron tras Él” (1,21).

Jesús no les propone un programa definitivo, convenciéndolos de que es razonable comprometerse a fondo en Él, lo que les ofrece es su misma persona y su camino: el Maestro los precede y ellos van detrás; Él determina el camino, indica la dirección y ellos lo siguen.

El contenido fundamental del llamado, y por tanto de la vida nueva de los discípulos, es la orientación hacia Jesús, la comunión de vida con él. Los discípulos no saben dónde los conducirá el camino, se han abandonado a la guía de Jesús.

(4) Cuarta característica: el llamado es una invitación a dejarse formar por Jesús

Jesús los llama con esta finalidad: “Os haré llegar a ser pescadores de hombres” (1,17b). Así se prevé una nueva tarea y será el mismo Jesús quien los preparará para ello.

Los nuevos discípulos no volverán más a la pesca, conducirán a otros hombres a recorrer el mismo camino sobre el cual ellos mismos se han aventurado, o sea, a la comunión de vida con Jesús.

(5) Quinta característica: el llamado de Jesús es también una invitación a entrar en la comunidad de los discípulos que están en torno a él

Con los primeros dos llamados se forma una comunidad de discípulos. La secuencia del llamado de otra pareja implica la integración tanto con Jesús como con los dos primeros.

Este es un aspecto vocacional fundamental: quienes siguen a Jesús no son individuos solitarios o aislados, sino una comunidad de discípulos.

Como seguirá sucediendo a lo largo del Evangelio, el llamado hacia él es al mismo tiempo el llamado para entrar en la comunidad de aquellos a los cuales les ha dirigido la misma invitación y esto abrirá grandes perspectivas en el ejercicio del discipulado.

En fin…

El kerigma proclamado por Jesús encuentra acogida en los primeros discípulos: el discipulado es la manera concreta de vivir todo el contenido y la dinámica del kerigma.

Tanto la proclamación del mensaje fundamental así como el llamado de los primeros cuatros discípulos, forman parte del comienzo del ministerio público de Jesús y, por lo tanto, son programáticos. Lo que seguiremos leyendo en el Evangelio de Marcos es el desarrollo del camino iniciado en el relato que acabamos de leer.

A partir de ahora tendremos presente cómo, antes de dirigirse al pueblo, Jesús constituyó en torno a él una comunidad de discípulos. Jesús los formará y ellos por su parte deberán dejarse compenetrar por toda su actividad. Deberán, igualmente, ejercitarse en la comunión de vida con Él para, así, estar en capacidad de atraer a otros a la misma aventura.

Uno se hace discípulo acogiendo el llamado de Jesús. La apertura continua a este llamado es la característica permanente del discipulado y la forma concreta como acontece el Reino de Dios.

4. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia

Volvamos sobre el momento en el cual los primeros discípulos dejaron todo para seguir a Jesús…

“Alguno, por ventura, dirá en secreto, de sí para sí: estos dos pescadores que nada tenían, ¿qué fue lo que perdieron al seguir la voz del Señor?

Estas renuncias, hermanos, deben evaluarse, no por el valor de aquello a lo que se renuncia sino por el afecto que se le tiene. Renunció a mucho aquel que no reservó nada para sí y renunció a mucho aquel que dejó todo, aún si poseía poco…

Pedro y Andrés hicieron, por eso, grandes renuncias cuando ni siquiera conservaron el deseo de poseer. El desprendimiento fue absoluto en quien renunció a lo que poseía y a cualquier deseo de poseer.

Siguiendo al Señor, renunciaron a todo aquello que podría ser deseado por quien no lo seguía…

Nuestros bienes, así sean de poco valor, le bastan siempre al Señor. Él, en efecto, tiene en cuenta nuestro afecto y no la cosa a la que se renuncia; y no tiene en cuenta lo que se ha sacrificado sino más bien el amor con que se hace el sacrificio”.

(San Gregorio Magno, Homilía sobre el Ev., 2-3)

5. Cultivemos la semilla de la Palabra en la vida

5.1. Todos esperamos noticias y preferimos que sean buenas. ¿Recibo el Evangelio como una Buena Noticia, es más, como “la” noticia más importante que trae alegría y plenitud a mi vida?

5.2. ¿Qué es el kerigma? ¿De qué partes está constituido? ¿Qué pretende darnos a conocer y qué quiere que hagamos?

5.3. ¿Qué se entiende por Reino de Dios? ¿Cómo se le responde a él?

5.4. ¿Cómo influye en nosotros la realidad de que sólo Dios –Él y nadie más- es el SEÑOR? ¿Qué implica para nuestro proyecto de vida el Señorío de Dios, una vida bajo su Reino?

5.5. El llamado de Jesús es ante todo una invitación para estar con Él y para dejarse guiar por Él. ¿Sucede así? ¿Mis criterios en todo lo que hago están inspirados en Jesús?

P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM

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