CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

HOMILÍA MAYO 1 DE 2022

CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
HOMILÍA MAYO 1 DE 2022 – III DOMINGO DE PASCUA. CICLO C.
Hch 5, 27b-32. 40b-41; Sal 29; Ap  5, 11-14. Jn  21, 1-19

Estimados hermanos y hermanas:
En esta oportunidad meditemos en torno a tres aspectos que a nuestro modo der ver resultan significativos para nuestro crecimiento en la fe.

Primer aspecto

En primera instancia y ubicados en el relato de Hechos 5 , encontramos que la fuerza del testimonio proyectado por los apóstoles del Señor suscitó en la primitiva comunidad cristiana la fe, la mantuvo firme y la fortaleció; sin olvidar como es obvio que el evento pospascual fue el que consolidó la fe misma de los apóstoles para que luego estos estuvieran en la capacidad de anunciar al Señor incluso con su vida y de evangelizar con la fuerza no solo de la palabra inspirada por el Espíritu Santo sino con la intrepidez de sus actos.

Ahora bien, los apóstoles inmersos en un mar de dificultades – como lo expresa el texto – con seguridad sintieron desfallecer y posiblemente titubearon en su adhesión al Señor, sin embargo, la fuerza del resucitado los hizo grandes para enfrentar a los sumos sacerdotes, y los hizo valientes para decir con firmeza: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres“. Tal afirmación supone creer en Jesucristo como el Hijo de Dios, haberlo descubierto como el sentido de la vida y por supuesto haberlo confesado como el “Señor“, lo cual significa amarlo con el alma.

Segundo aspecto

En esta lógica, el segundo punto de nuestra meditación tiene que ver con la comprensión que nos sugiere el libro del apocalipsis acerca del acontecimiento pascual, nos referimos a la asimilación de la resurrección del Señor como una nueva creación en la que el universo entero recobra su sentido, la vida nace de nuevo, la luz irrumpe en medio de la oscuridad, la creación toda se convierte en un himno de alabanza al resucitado, la humanidad se postra ante la divinidad y el mundo entona unánime: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos Amén». Lo anterior denota el ambiente festivo de la pascua y la alegría en aquellos corazones que con apertura resucitaron con el Señor, experiencia que no se puede eclipsar por los avatares de la vida cotidiana.

Tercer aspecto

En el tercer asunto, intentemos ahondar en el sentido de la pascua del resucitado en el corazón del creyente, para lo cual es importante partir de lo que para nosotros representa lo nuclear en el evangelio de hoy a saber: que Jesús es la abundancia, la plenitud del hombre y el sentido de vida para quien lo sigue.

Así las cosas observemos como el ser y el quehacer de los apóstoles sin el resucitado no tienen sentido, esta sería la representación de la red vacía luego de una dura e infructuosa faena de pesca; ahondando en este camino interpretativo de la pascua, nos encontramos con una profesión de fe por parte del discípulo amado: «Es el Señor», título cristológico que se hace un «credo» en los labios de los apóstoles de Jesucristo, recordemos a Tomás el domingo pasado con su bella expresión: «Señor mío y Dios mío». Posiblemente llamarlo a Jesús, Señor, sea la mayor manifestación de la abundante y fructífera presencia de su resurrección en la vida de los apóstoles.

No quisiera terminar esta meditación sin antes hacer eco de lo único que desea saber y sentir el Señor de nosotros, es decir que lo amamos, que le pertenecemos y que aunque nos creamos los mejores en muchos ámbitos de la vida, Jesús siempre nos toma de la mano para que seamos capaces de cumplir con la voluntad de Dios aunque nuestros deseos sean distintos.

Hermanos y hermanas mientras que nosotros le decimos al Señor como Pedro: «Tu sabes que te amamos» por tres veces, Él nos lo repite día y noche.

María Santísima ensénanos a amar a tu Hijo Jesucristo.

P. Ernesto León D. o.cc.ss

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