
Intención del septenario
Los Padres Oblatos te invitamos a orar este septenario con fe y devoción para alcanzar del cielo la bendición de Dios Nuestro Señor y los valores de la justicia y de la paz para la humanidad.
Si deseas progresar en tu vida espiritual, afirmarte en la fe o vencer las tentaciones del mal, acude con confianza al Señor de la Justicia, pues Él es el Camino, la Verdad y la Vida. No olvides ofrecer el septenario por la Congregación de Misioneros Oblatos.
DÍA PRIMERO
PADRE, PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Lc 23, 28-34)
“Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará? Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen. Se repartieron sus vestidos, echando a suertes”.
Palabra del Señor.
Consideración para el primer día.
El grito de Jesús: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen , se puede traducir hoy como Padre perdónalos porque no saben lo que sienten o piensan, o también por Padre perdónalos porque no saben lo que dicen.
Pide perdón el Señor, a su Padre Dios por aquellos sentimientos de maldad; por aquellos pensamientos que van en contravía de la dignidad humana, pide perdón por aquellas palabras que salen de nuestros labios y que hieren la estima de las personas; hoy cuando el Señor grita, Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, no hace más que implorarle al Dios de la vida y del amor que nos acoja en sus brazos divinos y que nos cobije con la gracia del perdón porque hemos pecado de manera semejante a aquellos que lo crucificaron.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Que mis palabras y actos jamás busquen hacer el mal, por el contrario, que guiado por el Espíritu Santo me convierta en anunciador del amor de Dios.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza, y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
DÍA SEGUNDO
HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Lc 23,39-43)
“Uno de los malhechores colgados le insultaba: ¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros! Pero el otro le respondió diciendo: ¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Palabra del Señor.
Consideración para el segundo día
Esta expresión de Jesús en la cruz expresa claramente la misericordia divina. Dimas, que había sido un ladrón, implacable salteador, condenado a morir en la cruz, sin ninguna esperanza, busca como último refugio en su infortunio la misericordia de Jesús con la confianza plena que no sería rechazado. Volviendo al Crucificado le dice: «Señor acuérdate de mí». Qué plegaria tan sentida y humilde, llena de fe y de esperanza, pues teniendo la ocasión de pedir mucho tan sólo le pide que lo tenga en su recuerdo.
Aprendamos de esta escena la confianza sin límites que debemos tener en el Corazón misericordioso de Jesús. El Corazón de Jesús es un abismo de misericordia y de amor para con los pobres, los enfermos y los caídos. Por eso el único título que tenemos para acercarnos a Jesús es justicia y misericordia y hemos de llegar a él con toda confianza, pues él, sabe redimir y perdonar.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Me comprometo a confiar más en la misericordia de Dios no solamente en los momentos de dificultad, sino también en las circunstancias de mayor bienestar.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones; porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza, y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
DÍA TERCERO
HE AQUÍ A TU HIJO, HE AQUÍ A TU MADRE
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Jn 19, 25-27)
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa”.
Palabra del Señor.
Consideración para el tercer día.
A los pies de nuestra Madre, hoy sentimos la adolorida pero dulce voz del Salvador, entregándonos en su Madre a un tesoro verdadero; el más preciado, el más tierno, el vientre lleno de amor en donde Dios se hizo hombre por amor a la humanidad.
Nosotros somos los nuevos Juan de este tiempo, somos los discípulos que, reclinados sobre el pecho de Jesús, experimentamos su amor y su cuidado, somos hoy nosotros los nuevos Juan, los únicos que en medio del drama de la cruz no huimos cobardemente; somos los únicos que permanecemos junto al Señor hasta el momento de su muerte.
Por el regalo que Jesús hace a Juan entrega también toda la bondad y la dulzura de Dios que se puede contener en un corazón humano. María, por lo tanto, es nuestro refugio y fortaleza. a ella podemos recurrir en todas las circunstancias de nuestra vida y encontraremos fortaleza para luchar y hacer el bien.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Ofreceré a María Santísima el rezo del santo rosario diariamente.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones; porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza, y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas, Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
DÍA CUARTO
DIOS MÍO, DIOS MÍO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Mt 27, 25-48)
“Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: ¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?, esto es: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: A Elías llama éste. Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber”.
Palabra del Señor.
Consideración para el cuarto día
Esta palabra nos recuerda el martirio de Jesús por amor que, sobrepasa el sentimiento de abandono. Jesús después de haberse despojado de todo, incluso de su Madre entra en un silencio profundo.
Al contemplarte hoy Jesús, en tu agonía silenciosa y tratar de comprender el abandono que experimentaste en la cruz, quiero pedirte fuerza para que cuando me sienta abandonado y sólo, recuerde que Tú me estás esperando, que Tú sentiste lo mismo y que por tanto me puedes ayudar. Haz que vuelva a ti confiado y sereno. A cambio te prometo ayudar a tantas personas que se encuentran solas; les dedicaré mi tiempo, las consolaré con mi amistad, les brindaré mi compañía. Ayúdame Señor para estar contigo y así poder brindar a los demás consuelo y caridad.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Me comprometo a derrotar el egoísmo y en actitud oblativa salir al encuentro de los demás.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones; porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza, y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
DÍA QUINTO
TENGO SED
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Jn 19, 28-29)
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca”.
Palabra del Señor.
Consideración para el quinto día.
El grito del Señor tengo sed, se ha de entender hoy como el gemido desgarrador del mismo Dios, denunciando toda estructura injusta que denigra la condición humana de las personas, tiene sed el Señor de la pacificación del mundo entero por la vía del diálogo y no por el camino de las armas; el Señor tiene sed de bondad entre los seres humanos y más cuando se evidencia la maldad que carcome las entrañas del corazón humano.
Hoy el Señor tiene sed de hombre y mujeres de fe, cuando en la realidad se evidencia creyentes de domingo y no creyentes comprometidos con el proyecto salvífico de Dios; tiene el Señor sed de creyentes alegres, porque contempla con sus ojos enjugados en lágrimas a creyentes que sumergidos en la noche del dolor del viernes santo, han hecho de sus vidas un mar de amargura, depresión y calamidad.
El Señor tiene sed de católicos verdaderos que creen en Él siempre sin importar cuán dura sea la vida, el Señor tiene sed de creyentes nuevos, de creyentes fervorosos quienes más allá de prácticas religiosas, han descubierto que en su hermano está presente también Dios; el Señor tiene sed de creyentes llenos de esperanza e ilusiones que por encima de toda adversidad siguen soñando porque saben que Dios está con ellos; hoy el Señor tiene sed de hombre y mujeres que se amen y solo así, Él calmará su sed hiriente.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Me comprometo con mi presencia, mis actos y palabras a saciar la sed de los más vulnerables que encuentre a mi paso.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones; porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza, y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
DÍA SEXTO
TODO ESTÁ CONSUMADO
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Jn 19, 30-35)
“Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu. Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado porque aquel sábado era muy solemne rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”.
Palabra del Señor.
Consideración para el sexto día.
Jesús durante su vida mortal, había pasado haciendo el bien, curó a los enfermos, consoló a los tristes, dio luz a los ciegos y sació el hambre a las multitudes, de manera especial acogió a los pecadores y los perdonó. Todo esto es expresión de la presencia del Reino de Dios en el mundo; reino de justicia, de vida, de verdad y de paz.
La obra de Jesús estaba concluida, se le había encargado mostrar el rostro amoroso del Padre celestial, enseñarle al mundo el mandamiento nuevo del amor, sembrar en el corazón de todos, la fraternidad, deseando que los hombres se amen como Él los había amado.
Hoy comprendemos cómo en la cruz Jesús realiza la obra salvadora. Es la Cruz el signo de entrega total, del amor sin límites. Jesús ama hasta el extremo, por eso puede exclamar: «todo está cumplido”, «todo está consumado». Con la muerte de Cristo en la cruz se abren las puertas de la eternidad para todos, con la muerte de Cristo en la cruz se quita la barrera construida por el pecado, Él mismo se hace puente para que todos lleguen a Dios.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Me comprometo a cumplir a cabalidad mis compromisos, aunque la ejecución de estos suponga dolor y sacrificio.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones; porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza,
y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
DÍA SÉPTIMO
EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU
Oración preparatoria
Ante Ti, vengo con toda la fe de mi corazón, a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación. No me desampares en las puertas que se me han de abrir en mi camino, que tu brazo poderoso sea el que las abra, dame la tranquilidad que ansío, (Haz tu petición).
Esta súplica brota de un corazón afligido por los duros golpes de la vida por los cuales muchas veces he resultado vencido, si Tú Oh buen Jesús, no me das la mano, si no atiendes a mis necesidades voy a sucumbir, pues sé perfectamente que sin ti nada puedo.
Con tu brazo poderoso protégeme, con tu luz divina ilumíname, con tu amor constante consuélame, con tu infinita justicia perdóname; en todo momento acompáñame y asísteme. Amén.
Comienzo del septenario
- Por la + señal de la santa Cruz, +de nuestros enemigos, +líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del +Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.
- Yo confieso ante Dios Topoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a la Santísima Virgen María, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Señor de la Justicia, a tus pies se encuentra cubierto de confusión y de vergüenza un hijo tuyo pecador e ingrato que, reconociendo sus pecados, vuelve otra vez como el hijo pródigo, a solicitar, no el alimento que pertenece a los hijos, que nunca te abandonan, sino las migajas que quedan olvidadas o caen de tu abundante mesa.
Las circunstancias de la vida han sido dura conmigo y no he encontrado una mano amiga que cure mis heridas. En vano confié, en vano esperé uno y otro día, en vano mis ojos se cansaron buscando ansiosos unos labios que me sonrieran, unas manos que me acariciaran, unos hombros que suavemente me ayudaran a llevar mi cruz, un corazón que sollozara junto al mío.
Por eso, Señor de la Justicia, lleno de confianza y con la carga de mis pesadas angustias, vengo a ti, a solicitar en este día tu perdón, tu bondad. Óyeme Señor, que tus oídos no se cierren a mis clamores, atiende generoso todas las súplicas que hoy quiero depositar en tu Corazón Santísimo. Amén.
Escuchemos la Palabra. (Lc 23, 44-48)
“Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: Ciertamente este hombre era justo. Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho”.
Palabra del Señor.
Consideración para el séptimo día.
La vocación de los cristianos reside en ser santos y ser santos implica a la manera de Jesús afirmar una y otra vez, HÁGASE TU VOLUNTAD; voluntad que no es un acertijo ni una adivinanza, tampoco es un misterio velado u oculto que hay que descubrir, la voluntad de Dios es el deseo, es el sueño de Dios por ser Dios en el corazón humano, Él quiere ser Dios en nosotros y esta es su voluntad, tal voluntad de Dios se hizo suplica por parte de Jesús en el Padre Nuestro, y esto no es otra cosa sino la traducción de la séptima palabra del Señor Jesús en la Cruz: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, cuando le permitimos a Dios ser Dios en nosotros estamos capacitados para decir: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, en la Cruz cuando Cristo fue uno con su Padre exclamó: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, lo cual se interpreta como: abandono total, entrega oblativa, ofrenda viva para Dios.
Cuando cada uno de nosotros haga la voluntad de Dios todos los días, podrá decir: “En tus manos encomiendo mi espíritu”; porque trabajé con sacrificio y amor: “En tus manos encomiendo mi espíritu”; porque hice lo que tenía que hacer con responsabilidad: “En tus manos encomiendo mi espíritu”; porque traté a los demás con respeto y como hijos de Dios: “En tus manos encomiendo mi espíritu”; porque hice el bien al necesitado.
“En tus manos encomiendo mi espíritu”; porque no estafé a nadie y tengo mis manos y mi conciencia limpia: “En tus manos encomiendo mi espíritu”; porque traté a los demás como al mismo Dios: “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Esta palabra del Señor en la cruz, significa en último término, estoy preparado para irme al cielo porque todos los días hice la voluntad de Dios, fui uno con Él porque Él fue Dios en mí y yo lo permití.
Orar cinco veces con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, recordando las cinco llagas del Señor Crucificado. En este momento se expone la necesidad más urgente que tiene en el corazón.
Compromiso
Me comprometo a orar más para discernir mejor entre lo que yo quiero y lo que Dios quiere para mí.
Oración final
Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, recibe benigno el humilde tributo de nuestras alabanzas y adoraciones; porque, si bien tu grandeza es infinita y de nada necesitas, amas todo cuanto tiene ser, y no aborreces nada que no sea hechura de tus manos. Así, pues, aunque miserables y pecadores, reconocemos nuestras faltas y nos gozamos en tu magnífica gloria. En la imposibilidad de ensalzarte como mereces, nos unimos a la Hostia divina de nuestros altares, y te ofrecemos en ella y por ella el gran sacrificio de alabanza, y único holocausto verdaderamente digno de Ti, el cual, a gloria de tu Santo Nombre, inmoló Jesucristo nuestro Salvador en el ara de la cruz. Bendito seas Señor Dios nuestro, y digno de ser adorado y ensalzado sobre todo loor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
No olvidemos orar por los Misioneros Oblatos.
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES PARA MISIONEROS OBLATOS
¡Oh Corazón de Jesús! que junto con la Iglesia regalaste a la humildad, el sacerdocio, los consejos evangélicos y la misión, concédenos valientes, generosas, decididas, y santas vocaciones para Misioneros Oblatos. Las necesitamos con urgencia para que con su vida de hostia e inmolación anuncien el Evangelio a todas las gentes.
Toma Señor la vida de cada Misionero Oblato y enciéndela en el mismo fuego tuyo, como lo hiciste con la del Venerable Padre Julio María Matovelle, moldéala en el Corazón Inmaculado de tu Madre María y envíala como enviaste a tus apóstoles para que, entregada de lleno al trabajo de tu mies, te coseche el amor de todos los hombres caminantes hacia la eternidad. Amén.
Oración por la pronta beatificación del Venerable Padre Julio María Matovelle
Oh dulcísimo Jesús, que os dignasteis elegir al venerable PADRE JULIO MARÍA MATOVELLE para apóstol del Reinado Social de vuestro Divino Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os rogamos le glorifiquéis otorgándonos por su intercesión la gracia que os pedimos, (petición…) juntamente con vuestro amor y el reinado completo de vuestro Sacratísimo Corazón. Amén.
