La Ascensión del Señor.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Reciban mi cordial saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien para la semana que comenzamos.
Hoy estamos celebrando la solemnidad de la Ascensión del Señor, “nuestra victoria” y nuestra meta. Lo nuestro será el cielo, se ha ido a prepararnos sitio y para llevarnos luego con Él. Estamos invitados a ascender, a “llegar al cielo”, al que llegaremos por amor de Dios y con la fuerza que el Espíritu Santo nos da. En este día celebramos la glorificación de Jesús que es exaltado como Señor.
Jesús resucitado, que ha estado “visitando” para animar y confortar a sus discípulos y de manera especial a sus apóstoles, ahora regresa definitivamente al Padre, estará de nuevo en Él y con Él acompañando la obra iniciada de salvación.
Desde el momento mismo de la Ascensión de Jesús a los discípulos, con la fuerza y poder que vendrá de lo Alto, el Espíritu Santo, que el Padre enviará, les corresponde llevar adelante la obra de la salvación
Ellos lo harán predicando el reino, invitando a la conversión, sanando a los enfermos; obraran en el nombre de Jesús con su Espíritu y serán presencia del Padre en la medida que amando a Jesús, permaneciendo en Él, escuchando su Palabra y conservándola, hagan lo que Él les mandó.
Llegó el tiempo de poner en práctica lo aprendido del mismo Jesús: Que se amen unos a otros como Él los amó, que salgan a predicar la resurrección, que inviten a la conversión, que perdonen los pecados, den a conocer al Padre del amor que los acompaña y anhela para nosotros la vida eterna. A través de la predicación apostólica y de los signos que le acompañan Dios sigue salvando y llamando, dando la salvación y la eternidad.
La Ascensión del Señor es el punto de partida
Marca el inicio de lo que será la vida apostólica, el nacimiento de la Iglesia y la puesta en práctica de cada una de las enseñanzas del maestro. La Ascensión no es abandono, es presencia del Espíritu. La Ascensión es la base sobre la cual la comunidad apostólica construye su vida. Con la Ascensión los discípulos se preparan para tener la fuerza del resucitado, el poder del Padre, la sabiduría y fortaleza todo que se podría necesitar para salir y continuar la obra de Jesús.
El Señor se va para bendecir, para hacer el bien. Al ascender el Señor nos lleva con Él, se lleva nuestra humanidad para llenarla de santidad, de divinidad. El Señor ha regresado al Padre con una humanidad plena, nos lleva en su vida, en su corazón, esto nos tiene que llenar de gozo: Cristo no se ha ido, está en el cielo, se ha quedado para siempre en su Espíritu y en Él sigue siendo la cabeza de la Iglesia.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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