“Sus nombres están grabados en el cielo”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, reciban mi cordial saludo que lleva los mejores deseos de paz para la semana que comenzamos. Vamos a esforzarnos en estos días para preparar los caminos del Señor con una vida humilde que se ofrece a los demás en el nombre del Señor.
Este domingo 14 del Tiempo Ordinario se nos presenta el texto de Lc. 10, 1-122. 17-30 vemos que Jesús sigue caminando hacia Jerusalén y así como ha enviado mensajeros a que preparen los lugares, ahora entre todos los discípulos ha escogido 72 para que vayan delante de Él a las ciudades y lugares a donde iba a llegar.
Ellos deben tomar conciencia que ahora ellos son obreros que el Padre ha escogido para que recojan la cosecha, que nada se pierda y mientras llegan deben ser cuidadosos, desprendidos, humildes y así hacer “palpable” el Reino y demás que muchos signos acompañarán a los misioneros predicadores del Evangelio; Jesús pide poner toda su confianza en Dios.
Los envía como testigos de una experiencia del Padre Dios que, acercándose al ser humano lo rescata, lo llena de paz y le ofrece una vida nueva.
Por eso a los testigos que nada ni nadie los distraiga o les haga perder el objetivo de la misión que es precisamente llevar la paz y la salud a los lugares que lleguen. Y mientras van de camino que oren al Padre, que ellos no sean los únicos que Dios envía a recoger la cosecha, a trabajar en sus campos.
Que todos sepan que ya llega el reinado de Dios y que nada impedirá que se realice; el Reino depende de Dios y se va extendiendo en la medida que las personas escuchan y acogen la invitación de Jesús, a través de los suyos, a la conversión y a la experiencia nueva que ofrece Jesús (presencia del Reino en la tierra)
El obrero del Reino tiene poder para aniquilar el mal que se opone al crecimiento o desarrollo del Reino. El discípulo trabaja para Dios que recompensa siempre a los que ama y desde Dios el discípulo sana las heridas, restaura corazones y hacen del mundo algo nuevo en la manera de relacionarse del hombre con la creación. Los nombres de los discípulos, que alegres han regresado, se han inscrito en el corazón de Dios. El obrero es buena Noticia y su mansedumbre llega consigo paz a las personas que encuentra.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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