CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA ENERO 20 DE 2014

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El testimonio de Juan Bautista es todo un reto para nosotros.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús que nos recrea en constante bondad.

El Evangelista Juan nos cuenta que “Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Es el testimonio que Juan Bautista da sobre Jesús (Jn 1, 29-34) a sus discípulos.

Que Jesús sea el “Cordero de Dios” significa que nos podemos acercar a él con la plena convicción de encontrarnos con alguien que en el amor está dispuesto a hacer todo por nuestra salvación, inclusive entregar la propia vida. Y es que Jesús es el Hijo de Dios y nos ama de la misma manera que el Padre nos ama.

De nuevo se nos muestra que el deseo de Dios es poder seguir contando con nosotros, hombres y mujeres redimidos hechos y salvados para redimir en el amor de Jesús al mundo. Jesús ha venido a salvarnos, a darnos la vida eterna.

El Evangelio de este domingo nos deja también una gran enseñanza: cuando damos el testimonio o emitimos un juicio sobre alguien las personas que nos escuchan se hacen una imagen de ese ser hasta que llegan realmente a conocerle o también puede ocurrir que sencillamente se quedan con el testimonio o juicio sin ahondar más allá sobre la verdad del mismo. Y esto puede hacer mucho bien o daño a las personas de las que hablamos. Cuando damos un testimonio sobre alguien tenemos que llegar a ser tan cuidadosos y tan veraces que no acabemos haciendo daño a las personas desde la propia subjetividad.

El testimonio de Juan Bautista sobre Jesús se convierte en un reto para todos aquellos que no han querido abrir su corazón a Dios; su vida a Jesús. Y también en un reto para nosotros que le seguimos pero que no hemos querido ahondar más en la experiencia de entrega, de abandono.

Jesús nos salva, él quita el pecado. Lo hizo con la ofrenda de su propia vida y esa es la imagen sobre la cual debemos dar testimonio. Dios que nos salva, Dios que ha venido a encontrarnos, a rescatarnos. Dios está aconteciendo como misterio de amor y de salvación. Abramos el corazón para que acontezca en nosotros y en nuestra casa. Que podamos decir del encuentro de Jesús aquello mismo que pasó en casa de Zaqueo: “Hoy la salvación ha llegado a esta casa”

Jesús quita el pecado, nos libera de la esclavitud del mismo y nos reconcilia con Dios.

Debemos tomar conciencia que el pecado del mundo es nuestro y el pecado del otro es del mundo. La conversión va de uno en uno hasta llegar a todo. Solo así el mundo será recapitulado en Cristo. Es importante vivir en constante revisión de vida y no cerrarnos jamás a los procesos de conversión.

En esta semana los invito a que volvamos sobre el misterio redentor de la vida y de la entrega de Jesús. Sintamos que la salvación ha llegado a nuestra casa y que desde esa convicción podamos dar, servir y amar. Esto hará que el pecado del mundo, desde Jesús, vaya desapareciendo.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd

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