La anunciación a san José
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Comenzamos la última semana del tiempo del Adviento y debemos disponernos de manera muy especial para recibir a Jesús en nuestra vida y hacer de Él el motor que mueva el amor hacia los demás.
José toma una decisión y es la de obrar según su corazón. Él decide en silencio retirarse y dejar a María en plena libertad. No hay duda que el niño que ella espera es de Dios y lo mejor es dejar que Dios obre en ella con toda la libertad.
No quiere, José, ser un obstáculo en los proyectos que Dios tiene con María y con la humanidad.
Dios la eligió para que fuera la madre de su Hijo, ahora José se retira para que ella sea la esposa del creador. Ha sido un proceso largo de discernimiento en el que José no quiere hacer daño, no se queda solo en lo que dice la ley sino que toma en consideración otros elementos en juego y que pueden afectar a la Virgen y al bebé que espera.
Un ángel le ratifica a José lo que él sabía porque María se lo habría dicho, el niño es obra del Espíritu Santo, pero José no debe desentenderse sino que por el contrario él hará las veces de padre, le dará nombre y lo presentará e ingresará en el mundo judío como aquel que es de María y suyo propio.
José no debe tener miedo de lanzarse a la ventura de ser padre del Hijo de Dios.
Jesús viene a salvarnos, a hacerse parte de la historia de la humanidad y por eso necesita nombre, un padre que le abra la puerta a la cultura religiosa y civil de un pueblo. Y José cree en el anuncio del ángel; toma a María como esposa y por la fe asume todo el acontecer de padre del Hijo de Dios. José cuide, protege y acompaña a la familia de Dios. Solo desde este Evangelio entendemos de dónde viene Jesús, su origen: es el Hijo de Dios.
El sí de José es fundamental en el proyecto salvador que tiene Dios con su Hijo.
Y el Sí que da José es definitivo. Es un sí salvador que llena de vida, de paz a la familia de Nazaret. Así debe ser también nuestro sí que damos al Señor: comprometido, operante. Un sí que salva y llena de paz y de alegría a la familia.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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