CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

EL PAN NUESTRO DEL 4 DE MARZO (Lc 16,19-31)

 EL PAN NUESTRO DEL 4 DE MARZO (Lc 16,19-31)

En el evangelio de hoy, Jesús denuncia el imperio del egoismo en medio del mundo, el imperio de la desiguldad entre los hombres, manifestada en el caso de la parábola en el rico y en el pobre, a quienes los distanciaba el abismo de la indiferencia, de la frialdad, del orgullo y de la debil solidaridad.

Es incomprensible entender que las estructuras de pobreza, exclusión, miseria y muerte campean en medio del mundo como los grandes logros de la humanidad; imposible es aceptar que el mandamiento nuevo del amor predicado por Jesucristo, no encuentre eco en los poderosos de nuestro tiempo; es inaceptable contemplar la realidad de odio, guerra y violencia que vive el mundo entero y por ende nuestro contexto; porque simplemente se ha enseñoreado en el corazón de unos pocos, el imperio del egoísmo humano por encima de la solidaridad entre los hombres.

Hoy nuestro mundo necesita hombres ricos que hagan ricos a los pobres en dignidad y bienestar, y se necesitan nuevos Lázaros que se manifiesten frente al mundo como la presencia de ese Cristo que se arrastra por las calles, que no tiene cómo alimentarse, que vive sumergido en la miseria más profunda; en último término la sociedad de nuestro tiempo requiere de Cristos vivientes que griten en medio de las calles que el amor está vivo en los corazones de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que no han dejado aun de contemplar el rostro de Dios en el rostro de sus hermanos. Ob amorem Dei.

EL PAN NUESTRO DEL 4 DE MARZO

Más reflexiones del Padre Ernesto León

Santa Sede

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

CAPÍTULO 6

Capítulo 6, 9-11

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;

Capítulo 6, 12-15

y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

Capítulo 6, 16-18

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Capítulo 6, 19-21

No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Capítulo 6, 22-24

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

Capítulo 6, 25-27

Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

Capítulo 6, 28-30

Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

Capítulo 6, 31-34

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.

EL PAN NUESTRO DEL 1 DE MARZO