CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

EL PAN NUESTRO DEL 19 DE FEBRERO (Mt 9,14-15)

 EL PAN NUESTRO DEL 19 DE FEBRERO (Mt 9,14-15)

Con la expresión por parte de Jesús: «mis discípulos no pueden ayunar mientras el novio esté con ellos, llegará un día en que el novio no estará y tendrán que ayunar», el Señor manifiesta dos ideas; en primer lugar la necesidad de entender que Él es el pan vivo bajado del cielo, el alimento para la vida eterna y en este sentido, es imposible ayunar de Él, pues gracias a su divina presencia entre nosotros, los creyentes podemos nutrir nuestra alma y nuestro cuerpo en este camino cuaresmal que hemos empezado y que nos conducirá a la pascua de la resurrección.

En segunda instancia, la expresión arriba mencionada, nos interroga acerca del ¿por qué ayunar en el banquete de la sagrada Eucaristía?, fiesta en la cual, Jesús es el dueño de la misma y su sentido más profundo; ¿cómo ayunar del novio de la fiesta, cuando Él es el pan de la vida que nos fortalece y nos alimenta en el largo camino de nuestra vida?, definitivamente nos falta fe para entender que la presencia del Señor en la Eucaristía es una realidad, que debe motivar al creyente a adherirse de manera incondicional a Él.

Hermanos y hermanas, una de las prácticas más importantes de la cuaresma que hemos iniciado, es el ayuno, podemos ayunar de todo, pero menos de Dios.

A María nuestra Madre del cielo nos encomendamos, para que con su presencia maternal, caminemos presurosos a la pascua del Cordero.

«Ob amorem dei».

EL PAN NUESTRO DEL 19 DE FEBRERO

Más reflexiones del Padre Ernesto León

Santa Sede

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

CAPÍTULO 6

Capítulo 6, 9-11

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;

Capítulo 6, 12-15

y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

Capítulo 6, 16-18

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Capítulo 6, 19-21

No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Capítulo 6, 22-24

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

Capítulo 6, 25-27

Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

Capítulo 6, 28-30

Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

Capítulo 6, 31-34

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.

EL PAN NUESTRO DEL 19 DE FEBRERO