CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

Contexto

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Ubicación

Al Noreste de Quito, y a una hora de esta ciudad, asiéntase el pintoresco pueblecillo del Quinche, en las faldas de la cordillera oriental, en un suave declive que se eleva desde el caudaloso río Guayllabamba hasta los primeros contrafuertes de dicha cordillera. Hermosa es la planicie diría Espinoza en que se asienta el pueblo del Quinche al pie de uno de los cerros de la cordillera oriental.

Se halla cortada en todas direcciones por enormes y profundas grietas y regada por algunas acequias que fertilizan su suelo, naturalmente arenoso, cubriéndole de vegetación. A un extremo de esta planicie, célebre por haber servido de base a la primera triangulación de los Académicos franceses, en 1736, descansa el   pueblecito del Quinche, alegre y pintoresco por la situación topográfica que ocupa.

El horizonte, por lo común despejado y sereno, termina en la grandiosa cordillera de los Andes, con sus empinadas cumbres, ora cubiertas de perpetua nieve, ora vestidas del   manto sombrío de su raquítica vegetación. El Cayambe de majestuosa forma, el Cotopaxi, sobre cuyo terrible cráter, ondula ceniciento penacho, el   irregular y negruzco Pichincha que ocupa todo el frente del pueblo, el Sincholagua, el Ilaló, innumerables colinas, ramblas, arenales, sembradíos y dehesas: tal es el panorama especial y magnífico que se presenta al espectador.

El templo

En el centro mismo de la población ábrese una muy espaciosa plaza delante del templo, cuya graciosa fachada y elevada torre, vistas de lejos, recrean la vista del cansado peregrino, al par que el alegre repique de las campanas le regocijan anunciándole su pronta y feliz llegada. Circundan la plaza las demás viviendas, unas cubiertas de tejas y otras pajizas en las cuales se albergan de dos a tres mil personas.

Entre el verde obscuro de la arboleda de los huertos y el rojo ceniciento de las casas de la aldea, se destaca a la distancia la blanca mole de la torrecilla y fachada del templo y desde que la fantástica silueta de dicho edificio es divisada por los peregrinos, hincan estos la rodilla en tierra, y saludan   alborozados   con armoniosos   cánticos y fervorosos rezos a la Imagen encantadora de María, desde 1604 venerada en ese sitio.