Este brevísimo escrito joánico de tan sólo 15 versículos se caracteriza por ser de un tono más personal; la tradición lo atribuye a Juan, pero sin duda que el autor debió ser un discípulo de la escuela del apóstol situada en Éfeso y conocido como “Juan el Presbítero”.
En esta carta al igual que en la segunda, San Juan hace referencia a la verdad. El saber que las personas permanecen y viven según la verdad es motivo de gran alegría para el autor. (3 Jn 1- 4). Se ha convertido en ejemplo para la comunidad, (3 Jn 5 -6)10 que agrada al autor y le halaga por eso.
Pero no todo es alegría, pues algunos que no viven de acuerdo a la verdad y se convierten en obstáculo para la evangelización. (3 Jn 9 -10) Tal es el caso de Diótrefes, quien habla mal y no recibe a lo enviados por el presbítero. Ante esta situación San Juan invita a no imitar lo malo, sino solamente lo bueno, (3 Jn 11) pues solo el que obra el bien es de Dios. (3 Jn 11).
Obstáculos para Cristo
De igual modo hoy encontramos personas que acogen esta verdad y la reciben con amor y se mantienen en ella, comunidades en donde se mira la firmeza en la fe y se convierten en testigos y ejemplos de la verdad de Cristo con su ejemplo y obrar. Pero así mismo hay quienes se convierten en obstáculo para Cristo y no contentos con rechazar esta verdad, evitan que otros la reciban. con su mal ejemplo en vez de construir Iglesia y fortalecer a la comunidad en la fe, lo que hacen es derrumbarla y suprimirla.
En esta situación de dificultad el mensaje de la tercera carta de San Juan, nos ilustra diciendo: “no imitar lo malo, sino lo bueno”. (3 Jn II) pues el practicar el bien es lo que nos lleva a Dios y estando en el bien obtenemos la saltación, por tanto en vez de tomar los malos caminos que nos presentan, es mejor ser luz y testimonio, para que ellos se vuelvan a nuestro camino y no se pierdan. (3 Jn 5).
Invitación
La tercera carta de San Juan es ante todo una invitación a defender sobre todo la verdad de Cristo (3 Jn 3) y a optar por el bien (3 Jn 11b) para ganar a Dios, ante la mala conducta de nuestros hermanos, nos invita a encarar y reprochar, no para opacar, sino más bien para corregir el error y así caminen en la verdad y vivan según la verdad y lo mismo debe ser aplicado a uno mismo, ya que ninguno somos perfectos.( 3 Jn 9— 10)
Ante todo seamos ejemplo de creyentes, ayudemos a expandir la verdad de Cristo siendo testigos, permanezcamos en la verdad y vivamos según la verdad, practiquemos el bien en función de la Iglesia y de los hermanos para ganar a Dios, corrijamos nuestras malas conductas, para no ser obstáculos en la evangelización, sino mas bien instrumentos para la construcción del Reino de Dios en la tierra.
CARTAS CATOLICAS
P. LUIS GUILLERMO RUBIANO.
JAIR ADRIÁN HERNÁNDEZ.
II – TEOLOGIA.
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