CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 1 DE 2019

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 1 DE 2019

Nadie pierde su dignidad al abajarse, al contrario, muestra su grandeza.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Reciban mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Dios, que nos invita al banquete de su Hijo, nos conceda la gracia de vivir la humildad como un don y a reconocer que la dignidad de las personas depende de Dios que les habita y no de las circunstancias sociales o económicas que le rodean.

En el texto del Evangelio de este domingo 22 del tiempo ordinario (Lc. 14, 1.7-14) Jesús nos hace una sugerencia muy sutil pero importante en cuanto que nos evita vergüenzas frente a los demás, y por lo tanto nos genera paz y serenidad en las relaciones con los otros. Y es que la cosa no está en mostrar que somos importantes sino en el sabernos importantes. Los lugares dicen algo, pero las personas dicen mucho más. Los grandes suelen hablar y piensan que siempre son escuchados. Los pequeños, los humildes, los últimos, muchas veces son los que menos hablan, pero resultan ser los más escuchados, hablan con el testimonio.

Nunca hablan por protagonismo; los humildes, en general, todo lo hacen para que otros se sientan importantes. Los humildes no tienen problemas en ocupar el lugar que sea porque donde están o se sienten, siempre serán grandes, importantes. ¡Ellos son los primeros en el Reino de Dios!

Saberse pequeño, reconocer la dignidad de las demás personas, procurar que los otros siempre se puedan sentar en los puestos de honor, es manifestación de la experiencia de Dios. Nadie pierde su dignidad por abajarse, por hacerse pequeño, por ponerse en el lugar del otro. Al contrario, quien “cede” su puesto, quien sabe perdonar, quien es manso y humilde es poseedor de la tierra y tiene un lugar en el cielo. La idea es complacer, dar gusto al Señor que nos ha invitado al banquete de las bodas de su Hijo y la sola invitación es ya un motivo de honor, es para llenarse de orgullo.

Vivamos pensando en los demás, en la manera de hacerles un poco más amable y agradable la vida. Pensemos en los que no cuentan, en los que son ignorados o no tienen cómo pagar o devolver los favores. Estamos para ir a donde nadie quiere ir, para hablar lo que todos quieren callar, para abrazar los que carecen de amor.

Estamos hechos para amar, para dar, para hacer todo lo que Dios anhela hacer por los otros, por nuestro prójimo. Por eso nuestra principal preocupación debe ser la de amar, la de ejercitar el amor, mostrar a Dios que nos habita y llena el corazón; los primeros lugares que los ocupe quien quiera, nosotros nos ocupamos de los últimos para que ellos sientan que para Dios son los primeros, los más importantes. En la humildad mostramos la dignidad, en la pequeñez todos miran la grandeza.

Por eso el Señor nos quiere humildes y pequeños. El humilde, el que es capaz de ocupar el último puesto, tiene la serenidad de poder levantar la cabeza, mirar a los ojos y nada tiene que aparentar, él es sencillamente él.

Aceptemos la sugerencia del Señor y aprendamos el camino de la humildad que es el mismo que nos lleva a la puerta estrecha de la salvación.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 1 DE 2019

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Fuente: http://ow.ly/py5f50vS7wZ

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