CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 13 DE 2019

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 13 DE 2019

Ellos querían cambiar la vida, ser mirados con compasión.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Un abrazo y los mejores deseos para la semana que comenzamos. Dios colme nuestros corazones de alegrías y nos ayude a vivir en gratitud el don del amor. Que demos gracias a quienes han aparecido en nuestro camino, nos han bendecido, nos han ayudado y de manera especial nos han amado.

Leyendo y meditando este texto de los diez leprosos que fueron curados por Jesús (Lc. 17, 11-19) He tratado de dar respuesta a las preguntas de Jesús: ¿No quedaron los diez libres de su enfermedad?, ¿Dónde están los otros nueve?, ¿No hubo sino este extranjero que volviera a dar gloria a Dios?

Las preguntas quedan abiertas, no tienen respuesta por parte de Lucas y en el campo de la especulación uno podría pensar en que tal vez no todos quedaron curados o puede ser que se entretuvieron con su familia y amigos celebrando la sanación o que como no eran extranjeros pensaron que tenían derecho a ser curados y por eso no había necesidad de regresar a agradecer.

Muchas cosas, muchas respuestas, pero también es claro que los diez leprosos piden a Dios, los diez le gritan desde su condición de marginados y despreciados por la sociedad. Ellos eran leprosos, no valían, no contaban para nada, vivían de la miseria, de lo que les tiraban los demás. Ellos estaban acompañados por su propia enfermedad, por el propio dolor. Seguro entre ellos se confortaban, se animaban.

La verdad ellos querían cambiar la vida, querían quedar sanos, querían estar del otro lado, caminar por el camino, ir a Jerusalén, abrazar a los seres amados.

Ellos, juntos, claman a Señor. El leproso es uno que está muriendo lentamente, uno que cae a pedazos, uno que no logra sostenerse. Ellos saben que Jesús les puede sanar, les puede volver a la vida, ellos quieren compasión. Que Jesús los mire, los sane, les hable. Sus gritos piden a Jesús que los escuche, que se detenga, que les tenga compasión. Y la tienen, y los manda a presentarse al sacerdote, a comenzar una vida normal, la vida de sanados, de agradecidos, de amados.

Jesús es salud y nos vuelve a la esperanza, a la vida nueva. Estoy convencido que todos quedaron curados, que todos tenían fe, pero no todos fueron y mostraron su agradecimiento con quien se compadeció y los sanó. Eso nos pasa a muchos, seguimos el camino sin regresar a aquel que entregó su vida por nosotros, sin agradecer a aquel que nos miró y compadecido nos sanó y perdonó. Muchos nos quedamos con el riesgo de olvidar que alguien nos escucha, nos sana y nos salva. Jesús va camino a Jerusalén; camina por esos marginados y enfermos del camino; Jesús escucha a la multitud que cansada sigue al borde del camino.

Y El Evangelio termina haciendo una insinuación acerca de la gratitud y así como gratis nos han amado y sanado, gratis debemos regresar. La Gratuidad no es condición para hacer el bien, pero alegra el corazón, genera abrazos de amor.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 13 DE 2019

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/xjws50wJEJP

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