CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 11 DE 2020

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 11 DE 2020

El Reino es alegría, comunión, es lo mejor que da el corazón enamorado.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Una semana colmada de bendiciones y en la cual cada uno de nosotros nos vayamos disponiendo para el banquete. Dios nos invita a la fiesta de la salvación, Dios quiere que juntos con su Hijo compartamos la mesa y disfrutemos de los manjares “suculentos y sustanciosos” que en el amor que nos tiene nos ha preparado el Padre. Dios nos está llamando, dispongámonos y no asistamos de cualquier manera. Que el corazón se nos llene de amor, la vida de buenas obras y la conversión marque nuestro caminar al banquete. La Eucaristía se sirve para que todos participemos y disfrutemos el hecho de haber sido invitados de manera especial por Dios que es amor y acogida.

El reino de los cielos se parece a un rey (Mt. 22, 1-14) que está feliz al celebrar las bodas de su hijo.

El reino es alegría, es comunión, es lo mejor que se puede hacer desde el corazón por las personas y de manera especial por las más amadas. El Reino se abre a todos, existe para compartir, para acoger y ser acogido; para hacer de la casa, la casa de todos y del banquete de fiesta, el banquete de todos y para todos.

El Rey, el Señor, todo lo ha dispuesto; todo está preparado. El Reino de los cielos es lo que Dios ha preparado para nosotros con amor, lo que le ha llenado de alegría; el Reino de los cielos es la oportunidad para estar cerca y para que nosotros nos acerquemos a Él. Todo lo que puede imaginarse de Dios lo encontramos en el Reino de los cielos; el Reino es la imagen más perfecta de lo que el Rey, nuestro Dios quiere. El Reino de los cielos es Jesús, su hijo amado que se desposa con nosotros.

En su fidelidad, Dios tiene “la lista de invitados”, con tiempo les ha dicho que su Hijo llegará y hará su boda.

Los invitados deben prepararse con tiempo ya que solo falta que llegue el momento. Todo preparado, ha llegado su Hijo, el esposo de su Pueblo, para casarse, para renovar la alianza, para un nuevo pacto de amor. Pero los invitados no llegan. A la hora de la verdad, con la no asistencia, muestran que no les interesa ni su Hijo, ni la boda, ni el banquete; no les interesa el Rey. Ellos tienen la invitación, a ellos, su pueblo elegido, le preocupan otras cosas, están en sus asuntos. Se perderán el banquete. Las primicias eran para ellos, sus invitados; los manjares eran para ellos, pero no aceptaron y ellos mismos se excluyen de la experiencia del Reino, del banquete del Hijo de Dios, del proyecto de la alianza que el Rey, Dios, quería firmar con ellos.

Dios todo lo ha preparado para nosotros, quiere darnos su alegría y en las bodas de su Hijo, darnos lo que Él es, todo su amor. En varias oportunidades ha mandado mensajeros a llamarnos, a buscarnos, a recordarnos que hay un plan de salvación para nosotros. Acabamos no yendo, acabamos sacando pretextos para no ir al banquete del amor de Dios. Seguimos con nuestra vida y compromisos cuando Dios nos pide un alto en el camino. La historia de la salvación Dios ha querido escribirla hace muchos años, pero hemos sido nosotros los que, con nuestros rechazos, desprecios, formas de actuar ante las invitaciones concretas a dejarlo todo, los que nos vamos haciendo indignos del reino y sus alegrías.

El Reino de Dios no se estanca, los proyectos de Dios no se quedan sin realizarse.

Nuestras actitudes hacen que Dios “recalcule” el proyecto, que el Rey nos ofrece como el banquete de bodas de su hijo. Que nunca nos falte una buena actitud cuando nos decidimos entrar al banquete, aceptar la invitación de Dios. No basta decir “si asisto” importa también disponerse, vestirse adecuadamente, ponerse en el camino de Dios, de su gracias, dejarse tocar el corazón para poder llenarlo de alegría. En el banquete Dios nos hace diferentes, transforma nuestro ser.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/m1RU50BPou0

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