CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 4 DE 2018

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 4 DE 2018

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Una semana para amar, para sentir el amor, para vivir la experiencia de entregarse a Dios por entero y desde Él dar lo mejor de cada uno a los demás. Dios nos ayude a vivir en fidelidad la entrega que hacemos por amor y nos regale luces para tomar siempre las mejores decisiones para la vida.

El Evangelio de Marcos nos recuerda que el principal mandamiento es amar a Dios con todo el ser, con lo que lo que somos y tenemos.

Con las obras y con los pensamientos (cfr. Mc. 12, 28b-34) Vivir en Dios, estar sumergidos para existir y moverse en Él. Amarlo hasta fundirse, hasta permitir que sea Él el que en nosotros ame, obre, salve a los demás.

Amar a Dios hasta el punto que Él ame en nosotros; amar a Dios para que los demás sean amados, cobren la importancia que deben cobrar y para ser como Él: misericordiosos, santos, perfectos. Y si hay un primer mandamiento también hay un segundo: “amar al prójimo como a ti mismo” Amarse así mismo, auto estima, tener claro que tenemos muchas cosas lindas para dar, que somos grandes, llenos de Dios. Amarse significa entenderse, vivir inmerso en las gracias de Dios y saberse don para los demás. Amar al prójimo con el respeto que se merece, con la libertad que queremos para nosotros mismos y con las gracias con las que podemos enriquecerlos.

El primer mandamiento se da con la claridad que no hay otro “dios”.

El Señor es uno solo y no hay otro: amarlo significa fidelidad, entrega y escucha. A Dios se le ama en uno mismo, en el otro que es prójimo; las cosas que le agradan al amado es que lo que Él ama también sea amado por sus amores.

Amar es para amar, para poner en práctica. Amarse para amar, para dar calidad de vida a los seres queridos; amar para convertirse en un “regalo” que llena de alegría el corazón del otro. Amarse y saber que el amor es para entregarlo, para gastarlo, hace que la vida se llene de cosas lindas y de momentos de plenitud.

Dios quiere todo nuestro amor para llenarlo de Él, para completar el amor que nos haría falta, (que hemos perdido por causa del pecado, de las propias ambiciones, por el egoísmo), para amarnos y amar a los demás, para devolverlo a la humanidad a través de nuestros pequeños o grandes actos; devolverlo a través de las palabras que se hacen divinas porque llenan todo del encanto del amor. Dios quiere nuestro amor, no para quedarse con él, sino para hacerlo regalo y donación para la humanidad. El principal mandamiento es el amor, es el amarse, es el amar. Ninguna otra norma ni precepto ni tradición está o debe estar por encima. Amar tiene qué ver son nosotros, con Dios, con los otros.

El amor tiene que ver con toda la persona, la persona se realiza amando.

El amor tiene que ver con Dios y Dios tiene que ver con nosotros, con el prójimo. Es vivir la espiral de la eternidad: el amor que genera vida, la vida que llena de esperanza, la esperanza que nos lleva a Dios. El amor nos hace sabios, pacientes, misericordiosos y hace de nuestras obras y palabras la mayor entrega, hasta el extremo al estilo de Jesús. Amemos pues a Dios sobre todas las cosas, amémonos a nosotros como Jesús nos amó y vivamos en el amor la eternidad.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 4 DE 2018

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/OSpT30mum04

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