CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 24 DE 2019

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 24 DE 2019

Jesucristo Rey del universo.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor para la semana que comenzamos. Que los días por llegar se conviertan para cada uno en grandes oportunidades para dar lo mejor, para entender que el amor tiene que ver con la confianza y el abandono y que los proyectos que impliquen la felicidad y la salvación de los demás son proyectos que pase lo que pase hay que llevar adelante.

Este domingo celebramos la solemnidad de Cristo Rey, es decir que ya la otra semana comenzaremos el tiempo del Adviento que nos prepara para la Navidad. Termina el año litúrgico que espero haya sido vivido con la intensidad que cada misterio de la vida del Señor implica para los creyentes.

En esta solemnidad de Jesucristo Rey del universo y acercándonos al texto de Lc. 23, 35-43, debemos aprender a ver a Jesús en los brazos del Padre, abandonado en total confianza en lo único que él tiene cierto, el amor de su Dios su Padre. Jesús, en este momento de aparente impotencia y ante las burlas de los enemigos, tal vez podría haber caído en la tentación de hacer cosas que llamaran la atención de las personas que se burlaban de Él, que lo han crucificado; Jesús podría reaccionar por las palabras vacías y necias de sus enemigos y oponentes, que además retaban la fe de los pocos discípulos que le siguieron hasta el final.

Para Jesús esas burlas, esas palabras, esos retos no tenían sentido.

La cruz era el lugar donde el Hijo de Dios debía reinar, no estaba para “retar” la mente humana sino para vivir con amor la entrega, para acoger a los pecadores, para que levantada en lo alto todo el que mirará a Jesús se salvara. Para que la gente entienda que “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo”. La cruz estaba para confiar en un amor en el que ya muchos de nosotros, por el dolor, por la sangre, por la tragedia, dejaríamos tal vez de confiar. Para Jesús había llegado la hora y solo le tocaba esperar el tiempo de Dios, de su Padre, de su amor. Solo le esperaba acabar de entregar la vida para que muchos la tuviéramos en abundancia. En la Cruz reina Jesús, triunfa el amor.

La certeza que tenía Jesús en la cruz, se llamaba Dios, era su Padre y todo lo que Él estaba haciendo para “salvarlo” de la muerte.

Eso mismo hizo Jesús: con su muerte nos estaba manifestando la plenitud de un amor que salva. El salvarse no es un acto personal, es una decisión de amor del Padre que salva y nos salva. La preocupación de Jesús no es salvarse sino salvar a la humanidad, salvar a los demás. Jesús es dueño de sí mismo, no es víctima de sus propios deseos; Jesús lo tiene claro: salvar amando y siempre y en cualquier circunstancia. Los momentos difíciles, los momentos de crisis son para crecer, para resistir, para ser fuertes, para mostrar lo que somos.

Uno de los ladrones le pide a Jesús ser salvado. El abandono de este hombre abre las puertas del paraíso, permite que el Señor entre en lo más íntimo de la vida y la transforme. Eso debemos aprenderlo y ponerlo en práctica. Dios es Dios y nunca nos fallará.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 24 DE 2019

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/gRRD50xj5Tc

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