CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 10 DE 2019

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 10 DE 2019

El plan de Dios es de salvación, de eternidad.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo; mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que la semana que iniciamos esté marcada por la esperanza que colma los momentos complicados de la existencia. Creer y esperar en un Dios que está enamorado de nosotros llena de alegría la vida, da fuerza para luchar y nos anima a dar lo mejor de cada uno, porque amando a los demás como Dios nos ama el mundo podrá experimentar, desde ahora, el cielo en la tierra.

En este domingo 32 del Tiempo Ordinario leemos el evangelio de Lucas (20, 27-38) texto que tiene como trasfondo el tema de la esperanza.

Esa esperanza que se vuelve alegría cuando sabemos que existe un amor por encima de todo. Esperanza que también nos ayuda entender que somos eternos en el Dios Padre que se alegra cada vez que un pecador se convierte.

En Jerusalén los Saduceos se acercan a Jesús con una inquietud sobre lo que puede pasar con una mujer que ha estado casada siete veces, por viudez, con distintos hermanos de su primer esposo. ¿Qué pasará después de que ella muera, una vez haya resucitado? Ante esa pregunta el Señor aprovecha el auditorio que le escucha para reafirmar que la vida eterna es en el Padre, de la misma forma y manera que éramos antes de haber sido concebidos; la vida eterna (resurrección) es una de las verdades reveladas por Jesús que habla del Padre Dios que no quiere perdernos porque somos amados desde siempre. Que el plan que Dios tiene es de salvación, de vida, de alegría, de paz, de resurrección, la muerte es el paso necesario que debemos dar para encontrarnos con Aquel que es vida y eternidad.

Para los Saduceos solo existe esta vida, no hay resurrección.

Jesús enseña que la vida, una vez resucitados, es distinta a la terrena; al morir volvemos a ser en Dios.

La vida del más allá no es una continuación de la vida presente. Es un nuevo modo de ser, de existir. En la eternidad somos nosotros porque nunca hemos dejado de ser, pero somos a la manera de Dios, sin este cuerpo, pero sí con la vida que se gastó y que se quedó en los seres queridos.

La resurrección es un asunto de Dios. En Él podemos existir, regresamos plenamente a su amor, a su corazón y no es para volver a vivir de manera terrenal; la vida nueva es definitiva. Los resucitados serán semejantes a los ángeles. Ellos ven siempre el rostro de Dios. Y esa esperanza plena es una de las razones por la cual nosotros tratamos en todo de hacer la voluntad de Dios, de anticipar el cielo aquí en la tierra. Saber que cuando estemos en el cielo lo contemplaremos, nos da la posibilidad de sumergirnos en el misterio de un amor que permite se contemplado, abrazado.

Para los incrédulos siempre será mejor no creer en la resurrección porque solo así se evitarán pensar en un juicio después de la muerte que para nosotros los creyentes no es más que un mirar la vida desde la eternidad y evaluar momentos y decisiones en los que no solamente nos afectamos, sino que también afectamos a muchas personas. Que nuestra vida valga la pena y aprendamos a gastarla en algo más que pensando en nosotros mismos.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 10 DE 2019

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/5AxQ50x7uqg

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