PARA ESTA SEMANA MAYO 15 DE 2017
Nada puede frenar el proyecto del Reino.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas de Cúcuta y de todas partes del mundo. Una semana llena de bendiciones y de alegría, una semana para volver al amor de Dios y para regresar a las sendas de Jesús que se nos presenta como camino, verdad y vida. Llenemos de esperanza el corazón y luchemos por un mundo que lleno de Dios alcanza la paz.
En este domingo V de Pascua la invitación de Jesús es clara: creamos en Dios y en Él. ¡Lo de ellos es en serio! El proyecto del Reino, silencio y discreto va adelante. Y va en cada persona que acoge con amor la Palabra, en cada persona que está dispuesta a renunciar a sí misma y a tomar la cruz, en cada persona que se abre de tal manera que solo hace a los demás lo que quiere que le hagan a él. El Reino se anuncia, se predica y se vive y está fundado en la fidelidad de Dios, en su Palabra, pero sobre todo en cada detalle, en cada gesto de amor que ha tenido para con cada uno. Nada puede frenar el proyecto: ni nuestros miedos, ni las dudas, ni las persecuciones, ni la muerte. Esto es eterno. Viene de lo Alto y regresa al cielo.
Dios ha tomado una decisión por nosotros, la de salvarnos, la de rescatarnos de la realidad en la que nos sumerge el pecado, la de hacernos libres de toda atadura que nos paraliza y acaba haciendo de nosotros personas que solo vivimos para sí. Dios ha tomado la decisión y llegando hasta las últimas consecuencias, en el amor que nos tiene, de apostarle a un proyecto en el que el ser humano sea capaz de reconstruirse él mismo y para esto lo invita a sentirse amado y a amar. Sentirse amado, grande, digno por Dios y a amar amándose y desde ahí amar a los demás sin excluir y sin marginar. Dios es amor de la misma manera que nosotros debemos ser amor para los otros.
Todo este proyecto implica que nosotros demos pasos: acojamos a Jesús en casa (el corazón), escuchemos su Palabra (seamos de su familia) y que nos convirtámonos para hacer las cosas que Él hace. Por su parte Dios nos dará la fuerza de su Espíritu, su sabiduría y su amor para que hagamos bien lo que tenemos qué hacer y seamos como Él es: perfecto. Casi que por esta razón es que nosotros debemos perder el miedo, debemos sentir a Dios muy cerca, muy íntimo; debemos caminar en y con Jesús y además debemos vivir en la certeza que suya es la eternidad, la vida verdadera y esto nos animará a no tener ni apegos ni miedos a perderla.
En pocas palabras: de nosotros, de los que hemos acogido la Palabra, hemos seguido a Jesús; nos hemos hecho cristianos y recibido el bautismo, es la vida y el Reino. De Dios es la eternidad. Él se ocupará de cada uno. La idea es que ninguno se pierda y que nosotros nos ocupemos de llevar el proyecto de Dios adelante. De nosotros es hablar de Dios, enamorar de Dios, abrirle espacios a Dios. Allanar los caminos. El mundo debe saber y entender y creer que desde Dios y desde Jesús las cosas se miran de otra manera, las cosas se hacen pensando en la edificación del Reino y las limitaciones se viven desde la esperanza.
Los invito a que juntos regresemos a Jesús, el camino que nos lleva al Padre, la verdad del Padre y el único que le conoce. Jesús tiene el corazón y la Palabra del Padre; nos ama con el mismo amor de Dios y nos asegura que siempre estará con nosotros, que nos llevará consigo. Volvamos a Jesús y desde ese amor que nos alegra y llena de esperanza demos lo mejor de cada uno y hagamos de este mundo el Reino de Dios en la tierra.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.