PARA ESTA SEMANA JUNIO 14 DE 2020
Cuerpo y Sangre de Cristo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo cordial y los mejores deseos para la semana que comenzamos. Jesús siga siendo para cada uno el alimento que nos fortalece y la vida eterna que se hace Pan en cada Eucaristía que celebramos.
En esta Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo vale la pena recordar que en la Eucaristía está Jesús y está también condensado todo el amor con el que Él nos amó. La Eucaristía nos habla de la entrega y de la fidelidad de Aquel que no solo entregó su vida por la causa del Reino y de nuestra salvación sino también de Aquel que quiso quedarse para siempre y no como un recuerdo sino como una presencia real que entrando en nosotros nos transforma en Él. La Eucaristía es memorial, no recuerdo. La Eucaristía actualiza el sublime acto de amor en el que Jesús vive la pasión, muerte y resucita y es ahora resucitado que “baja del cielo” en cada celebración para seguir siendo Pan y vida y salvación para cada uno. El que come su cuerpo y bebe su sangre tiene vida en Él.
En el Pan y en la sangre eucarísticos está Jesús redimiéndonos.
Al comulgar Jesús se nos da del todo para quedarse del todo. En la Eucaristía Jesús nos fortalece para ser capaces de una vida desde Él y convertirnos en los testigos de su entrega, de su amor. En Jesús Eucaristía todos nos hacemos uno con Él, hacemos su proyecto nuestro plan de vida y nos hacemos presencia divina para el mundo sediento de Dios. En la Eucaristía, como dice la secuencia: “Buen Pastor, Pan verdadero, tu piedad, aquí patente, nos proteja y nos sustente; hasta el fin por el sendero de la vida guíanos”.
Jesús siempre ha sido Pan, ahora que ha bajado del cielo se nos ofrece como alimento que da la vida eterna. La eternidad a Él le pertenece. Jesús es vida para el mundo porque Él es el autor de la vida, por Él y para Él fuimos creados. La Eucaristía es alimento que contiene la divinidad, la eternidad, la vida plena. En la Eucaristía podemos descubrir nuestra vacación a la eternidad, estamos llamados a participar de la divinidad y a fundirnos en el misterio del amor de Dios hecho pan para ser comido.
Jesús como verdadero Pan venido del cielo quiere ser plenitud de vida para los creyentes.
Cuando comulgamos vivimos eternamente, vivimos con plenitud porque de alguna manera la hemos alcanzado para que seamos plenitud que como Jesús se acerca, se entrega, se hace alimento para todos. Recibir el cuerpo de Cristo exige de nuestra parte tener hambre de Dios, deseos de cielo y de eternidad. Recibir el cuerpo de Cristo para estar en Él, para vivir más íntimamente la relación de amor ya que la Eucaristía es una declaración de amor por parte de Dios para cada uno ya que en cada Eucaristía Él nos alimenta, nos nutre con su propia vida.
Abramos el corazón, tengamos hambre y sed de Dios. Dejemos que Él nos asimile, acerquémonos a la Eucaristía lugar de entrega y de donación por excelencia.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/4ByU50A7bRf