CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA: JUNIO 13 DE 2016.

PARA ESTA SEMANA: JUNIO 13 DE 2016.

Hemos nacido para el amor.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien y lo mejor para la semana que comenzamos. Que nuestra casa sea lugar de encuentro con la gracia, el amor y al misericordia de Dios.

Ser del Señor trae sus implicaciones, las que generalmente tienen qué ver con la relación que nosotros tenemos con los demás. Las cosas de Dios, esas que Él nos regala, sus bendiciones, su amor y su misericordia, se van convirtiendo, en las personas de fe, en el recurso para mantener una relaciones sanas con los demás. Las cosas de Dios están para que sean nuestra fortaleza, nuestra riqueza, nuestra herramienta a la hora de construir las nuevas relaciones en paz y en amor. Hemos sido elegidos por Dios, consagrados por Dios, santificados por Dios, para ser en el mundo presencia y amor y bondad y ternura del Dios. Dios que alarga su presencia entre nosotros a través de cada persona que es llamada al Bautismo, en cada persona que decide ser de Cristo. Somos de Dios para el mundo y somos el mundo que le agrada y en el que Dios se gloría. Hijos para su complacencia que se dejan conducir por su Espíritu que santifica y conforta el caminar que se va gastando en la medida que se entrega.

Descubrir la propia esencialidad, la dignidad que tenemos; saber de los dones con los que hemos sido enriquecidos y sobre todo, tomar conciencia que podemos ser lugar de encuentro, de paz, de misericordia, de reconciliación y de manera especial, de amor de los demás, hará que nuestra vida en todo momento y en cualquier circunstancia sea expresión del mismo amor con el que Dios nos ama y nos reconcilia. Sentarse a juzgar las actuaciones de los demás y sobre todo creerse con el derecho de opinar sobre el amor y la misericordia con la que Dios trata a los demás, como quien pasa cuenta de cobro por creerse bueno, no es de alguien que tiene a Dios en el corazón y se dice coherente y responsable con su fe. Hemos nacido para el amor y el amor acalla, cubre o sepulta los pecados y su peso.

Ojalá Jesús se siente muchas veces a nuestra mesa y que nuestra casa sea un lugar de encuentro con la gracia, con la paz, con el perdón. Que la gente llegue a nuestra casa porque allí Jesús cena y Jesús se hace cercano a la propia miseria y a la de los demás.

Que se sepa que en mi casa, como en casa de Zaqueo, la salvación llega y suceden cosas que afectan positivamente a las personas con las que me relaciono y también a aquellas que de alguna manera, con mis pecados o actuaciones, he afectado.

Que se sepa que donde el amor y el pecado se encuentran Dios está obrando para que el pecador se sienta amado y el Amado, que es Dios, festeje de nuevo, en un banquete, el regreso de alguien que más que ser criticado y rechazado, necesitaba ser amado y de ahí volver a tomar fuerzas para no volver a pecar.

Ponerse a los pies de Jesús es ya levantarse con la dignidad que algún día le fue arrebatada por el pecado propio y el de los demás.

Volvamos pues a la propuesta de Jesús: ser compasivos como el Padre. Perdonemos para ser perdonados, no juzguemos para no ser juzgados y amémonos los unos a los otros ya que el amor es de Dios. Y el amor genera paz y cercanía y alegra el corazón del ser humano.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd