CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA: JULIO 4 DE 2016.

PARA ESTA SEMANA: JULIO 4 DE 2016.

“Pónganse en camino”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Un abrazo cargado de bendiciones y lo mejor para la semana que comenzamos.

Pienso que muchos de nosotros, creyentes, discípulos; deberíamos volver a escuchar la invitación que le hace el Señor a los 72 que envío a los lugares a los que Él iba a llegar: “Pónganse en camino” (Lc. 10, 2). Es hora de trabajar por el Reino. La cosecha corre el riesgo de perderse, los corderos y las ovejas corren el riesgo de ser devorados, la fe puede perderse por falta de acompañamiento o de testimonio. Y la culpa no es de Dios, la culpa como piensan muchos, no obedece a la negligencia, al olvido o a la injusticia de Dios. La culpa es de cada uno de los que siendo invitados por el Señor a ponerse en camino, a desinstalarse, a ir a los necesitados y anunciar el Evangelio y llevar la paz y la salud y la salvación, se quedan o nos quedamos cómodamente creyendo, bebiendo del manantial de la vida que es Jesús y siendo indiferentes a la necesidad que tiene el mundo de Dios; indiferentes o pasivos frente a tanta gente que necesita de una palabra, de una sanación, de un perdón o de la paz. Por eso hay que seguir pidiendo al dueño de la cosecha que mande obreros; no podemos permanecer como simples oyentes de la Palabra y tenemos que ir, salir, ponernos en camino. El mundo es mucho más que el nuestro y los dolores y sufrimientos del mundo tienen que aprender a dolernos.

Pero una cosa es clara: vayamos en paz, de buena gana, sin deseos de dominar, tiranizar o de humillar. Nos toca dejar en casa lo que nos hace ricos, poderosos. Dejar de lado la soberbia. Es hora de caminar, de ir, de comenzar. Jesús nos necesita, el amor de Dios debe ser acogido y a Dios se le debe hacer amar.

Vayamos en son de paz y con las únicas herramientas necesarias: la fe que cambia cualquier realidad de dolor o de tragedia o de pecado y el amor que se hace acogida, paz y entrega; que se hace generoso y se gasta hasta morir para ganar la vida. Vayamos con libertad, orando y con alegría. La tarea es abrir caminos, allanar sendas; ser precursores del amor, de la misericordia, del Reino.

Jesús llegará en el momento adecuado y mientras tanto nosotros nos gozamos del Reino y hacemos, con nuestra predicación y con nuestros milagros, que muchas personas también se gocen de la llegada del Reino y hagan de este mundo un cielo y del cielo una eternidad.

Y hay que regresar a Jesús. Cada vez que suceden cosas extraordinarias, cada vez que nos gastamos, cada día que amamos, cada vez que en su nombre se sana, se libera y se perdona, hay que regresar. La victoria es de Dios, solo somos administradores de su gracia y de su bondad. Regresar para contarle todo, para evaluar la tarea, para descansar con Él y en Él. Jesús es inicio y final de toda obra buena. Que nuestros nombres se inscriban en el cielo porque muchas personas lo están pronunciando agradecidas por la paz del corazón y por la alegría del Evangelio.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.