CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 4 DE 2017

PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 4 DE 2017

“Mirar, vigilar, velar”.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en este comenzar del año litúrgico con el tiempo del Adviento.

La invitación de Jesús es clara: “mirad, vigilad, velad” (Mc. 13, 33-37) Hemos comenzado un nuevo año en la vida de la Iglesia, en su liturgia. Y lo hacemos con la esperanza firme de que cada uno de nosotros los creyentes volvamos a tomar conciencia de dos realidades. La primera es que esperamos al Señor y la segunda es que como no sabemos cuándo regresará, entonces debemos estar atentos, preparados para ese momento, para ese encuentro.

Cada uno tiene una misión, una tarea. Todos somos vigilantes, cuidamos un tesoro y no debemos dormirnos. Hay que estar atentos. No sabemos el día ni la hora, por eso cada uno en lo suyo, haciendo bien las cosas buenas que tiene que hacer, amando como tiene que amar y llenando su vida de esperanza para que cuando venga el Señor la esperanza se colme de alegría por el encuentro y no nos de miedo por la manera en la que hemos vivido o por la manera en que hemos hechos las cosas que se nos habían encargado.

Es Adviento y este tiempo nos recuerda la invitación del Señor a dar lo mejor, a no dormirnos con las cosas buenas, a estar vigilantes. Es Adviento y vamos disponiendo de nuevo la vida, pero sobre todo el corazón, para el encuentro con el Señor. Él llega y no para adornar un pesebre que hemos hecho llenos de alegría y esperanza. Llega es para recordarnos que el amor tiene sentido cuando se ama en el mundo y a las personas concretas, para recordarnos que la grandeza del ser humano está en su dignidad de ser imagen y semejanza de Dios y no en el lugar en el que viva o en las situaciones de pobreza o de marginación que le acompañan.

Él ha venido para decirnos que los más grandes y poderosos deben ser capaces de ser siempre pequeños y humildes a pesar de todas las que tienen. Que los que buscan poder deben hacerlo desde el servicio a los demás y que todos somos dignos de amor y de perdón.

El Adviento nos recuerda que nuestra vida es un instante, un momento, un día, muchos meses o años pero que todo se vive en la conciencia que el tiempo de Dios no tiene tiempo y que su actuar se da en el momento oportuno que Él determine sea este día, mañana, tarde, noche o madrugada.

Los invito entonces a que comencemos el año viviendo el Adviento como un tiempo de gracia que nos lleva a reconocer que necesitamos que Jesús vuelva y en el que le pedimos que regrese y habite nuestros corazones para que desde cada uno se construya un mundo nuevo, lleno de amor, de paz, es decir, de Dios.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

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