CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 18 DE 2017

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Juan: un hombre sincero, sin rodeos. La voz que grita en el desierto
Mis queridos hermanos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo; para todos un abrazo cargado de bendiciones y buenos deseos. Que esta tercera semana del Adviento que comenzamos, la vivamos con la alegría propia de quien espera a un ser querido y dispone todo lo de su casa para que se sienta a gusto y el día de su “llegada” salta de gozo porque su espera ha sido colmada.

La figura del Evangelio de este domingo (Jn. 1, 6-8. 19-28) es Juan el Bautista que vino de parte de Dios para dar testimonio. Es luz que ilumina, pero no encandila ni enceguece. Es luz para que por Él nosotros creyamos en Jesús que es la Luz verdadera que viene a iluminar el camino. Juan es un hombre sincero, sin rodeos, directo. Así lo definen algunos sacerdotes y levitas que se acercan a preguntar. Juan ha venido a ser la voz que invita a preparar los caminos al Señor, a que allanemos los caminos, bautiza como signo de un querer nacer de nuevo en gracia.

Juan no se atribuye poderes que no tiene ni asume papeles que no le corresponden. Es luz, pero no la Luz; es voz que grita en el desierto e invita a la conversión, pero no es La Palabra. Juan sabe que Jesús está cerca, que el Reino de Dios se ha hecho presente; a Juan le corresponde comenzar a disminuir para que Cristo sea el que resplandezca.

El centro de la predicación de Juan es la conversión, el cambio de vida, la necesidad urgente de regresar a los caminos de Dios. Y los caminos de Dios se hacen visibles en Jesús. Un hombre, según Juan, extraordinariamente grande. Juan que era tan reconocido y tenía tan buena fama, se declara pequeño ante la persona de Jesús,  sabe a qué ha venido Jesús y aunque se extrañe de ciertas cosas que Jesús hace no por eso lo condena o lo deja de reconocer como el Mesías. Juan nos abre el camino que descubre el misterio del amor de Dios. Nos presenta al Cordero que nos salva y habla de quien es el culmen de toda la historia de amor entre Dios y la humanidad.

Muchas cosas qué aprender de Juan y de Jesús. Nunca opacar el misterio de Dios que estamos llamados a revelar; nunca oscurecer el misterio de la luz, llevar a todas las personas a Jesús, disponerlas desde el corazón con un espíritu de conversión. Saber mantenerse pequeño, aunque seamos grandes y allanar los caminos del Señor. Preparar sus sendas.

De Jesús aprender que el amor lo puede todo y que con amor se pude ganar toda batalla. Que el amor busca, encuentra, redime. El amor contagia de lo más noble y sublime al ser amado.

Que en este tercer domingo de Adviento conocido como “Gaudete” nosotros llenemos el corazón de alegría porque sabemos que llega el amor, llega la luz, llega la salvación. En Jesús Dios ha mostrado su amor y en esta Navidad nos regala su amor para que amemos con ese mismo amor a los demás. Saltemos de gozo, ya llega Jesús, llega el amor, llega Dios.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

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