CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA ABRIL 8 DE 2018

PARA ESTA SEMANA ABRIL 8 DE 2018

«Es verdad, ha resucitado»
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que resucitado sigue presente en nuestras vidas, llenándonos de fortaleza y dándonos la fuerza que necesitamos para salir del encierro que nos genera el miedo y darle al corazón la paz que tanto anhelamos.

Este segundo domingo de Pascua se conoce también como el domingo de la divina misericordia y se convierte en un día muy especial para que juntos volvamos al amor de Dios que sigue procurando nuestra redención e invitándonos a vivir en paz unos con otros.

Es el anochecer del primer día (Jn. 20, 19-31) muchas cosas han pasado:

El Señor ha resucitado como lo había prometido, se le ha aparecido a algunas de las mujeres del grupo. Pedro y Juan han ido al sepulcro y lo han encontrado vacío, pero no lo han visto como si lo vieron los discípulos de Emaús y las mujeres que madrugaron al sepulcro, especialmente María Magdalena. A ellos y ellas les habló, se les apareció.

Es el anochecer del primer día, es noche fuera y dentro. Es oscuridad para los once, no tienen nada claro, no saben qué hacer, qué sigue. Los discípulos están encerrados, tienen miedo. La obra de la redención encomendada a los hombres está “paralizada”, la puerta está trancada, aunque algunos que seguramente están fuera comienzan a ver la luz y ya hablan de la resurrección de Jesús. Y en la noche oscura de la fe de los discípulos Jesús se aparece para iluminar el recinto, para darles la paz y soplar sobre ellos el aire del Espíritu.

Jesús necesita que estén fuertes, que crean a pesar de todo; Jesús necesita hombres y mujeres comprometidos con la misericordia, con el perdón.

Personas que vayan en su nombre a enamorar de Dios, que inviten a la conversión y a que se abran al Reino de los cielos. Jesús los envía con su fuerza, con su poder, con todo lo que el Padre mismo le entregó para la misión en la tierra, misión que continuará la Iglesia en cada discípulo comprometido, valiente que no se encierre por miedo ni tranque la experiencia del reino por no salir de sí mismo.

Jesús necesita discípulos que más allá de lo palpable, de lo comprobable, de lo explicable, se dejen llevar por el amor de Dios, que actúen movidos por la experiencia de Dios y que sepan abandonarse en su corazón y en sus brazos aun en los momentos más difíciles, más complicados y oscuros de la vida porque ahí también estará el resucitado llenando de fuerza y de paz y de perdón cualquier experiencia de vida, ahí estará el resucitado dando el Espíritu Santo y cambiando la historia de dolor en un presente de amor y de paz.

Nosotros, como Tomás, no estuvimos presentes cuando apareció Jesús y aclaró cualquier duda y confirmó en la fe y en la misión a los discípulos:

Ellos deben salir sintiendo que tienen a Dios en su ser y que Dios mismo actuará en sus gestos y palabras de misericordia y de verdad. Nosotros no estuvimos, pero tenemos cosas grandes que nos llenan de fuerza y nos impulsan a salir a predicar el Evangelio: la primera que somos bienaventurados porque hemos creído sin haber visto y la segunda es que tenemos el Espíritu Santo y al igual que los discípulos ya nada impide que salgamos y que dejemos los miedos. Es hora de salir y de perdonar. Es hora de ser testigos del resucitado en este mundo de muerte.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA ABRIL 8 DE 2018

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/UoC530moXxW

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