CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA EL FIN DE SEMANA: MARZO 17 DE 2016.

PARA EL FIN DE SEMANA: MARZO 17 DE 2016.

El que ama salva.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Desde ahora bienvenidos a la semana santa. El domingo abriremos las puertas para que juntos entremos y vivamos cada una de las celebraciones conscientes de renovar en Cristo nuestra fe y nuestra alegría por la entrega generosa de su vida para nuestra salvación. Jesús, en fidelidad, entrega su vida al Padre, lo hace porque nos ama, porque somos parte del corazón, del amor, del presente de Dios. Jesús nos ama, le pertenecemos, en Él existimos, no le cuesta entregar su vida por la salvación de todos y además quiere que ninguno de nosotros se pierda. En el corazón de Jesús estamos presentes y nos demostró su amor asumiendo hasta las últimas consecuencias el hecho de haberse encarnado, de haber caminado con nosotros, de haber sanado, inclusive el día que según las tradiciones no estaba permitido, de haber comido en casa de pecadores, de haber resucitado muertos y sobre todo de haber perdonado.
Comenzamos la semana santa aclamando al Señor que llega. Lo reconocemos como Rey salvador, por eso en el Hosanna que el domingo cantaremos jubilosos le estaremos pidiendo que nos salve. Todos nos alegramos de la llegada del Señor, viene a liberarnos. Seguramente nos hace también falta a muchos entender en qué consiste el hecho que Jesús nos salve, que nos libere. Y es que eso se puede entender desde la experiencia misma del amor; lo entiende quien ama. Todo aquel que ama libremente y vive su amor en fidelidad, en servicio, en misericordia, en paciencia, es una salvador. Amar es llenar de certezas, por eso el ser amado se siente seguro, tranquilo, alegre, vive en paz. Sabe que su vida tiene un respaldo que se llama amor. Todos tenemos un lugar en el corazón del ser amado.
De esta forma es que nos libera Dios en Jesús. En su amor nos llena de certezas y de fuerza para que seamos libres, para que hagamos el bien que estamos llamados a hacer, para que en su amor experimentemos la totalidad, la plenitud que al mismo tiempo es lo que donamos a los demás. El amor de Dios y desde Dios es un amor que se comparte, que se hace vida, misericordia y solamente el amor liberador de Jesús es que nos hace capaces de amar como Él mismo nos ama.
Jesús, el Siervo de Dios, ha venido para confortar al abatido; la Palabra de Dios es su alimento y le da la fuerza para donarse a los demás. El Siervo del Señor tiene certezas desde la Palabra de Dios y sobre todo va descubriendo, gracias a su fe, que por encima de cualquier situación dolorosa o trágica Dios siempre está con Él, le ayuda y lo hace fuerte. El Siervo tenía la certeza que ni siquiera en la muerte el Reino, por Jesús predicado, iba desaparecer.
Dios hace que Jesús sea reconocido como Señor y que en Él sea glorificado. En Jesús la muerte es solo un momento pleno de quien se sabe en las manos de Dios; en la muerte Dios muestra que Él tiene el dominio y que toda la creación será redimida en el amor que ha mostrado a través de su Hijo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd