CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

Sofonías

SOFONÍAS

SOFONÍAS

«EL SEÑOR PROTEGE»

(Zephaniah), Fue el noveno de los doce Profetas Menores del canon del Antiguo Testamento. Predicó y escribió en la segunda mitad del siglo VII, a.C. Fue contemporáneo y colaborador del gran profeta Jeremías. Su nombre (hebreo, Zephanja, que significa «el Señor oculta», «el Señor protege») puede, según la analogía hecha por Gottfried, ser traducido abreviadamente con las palabras «Dios protege». La única fuente primaria de nuestro escaso conocimiento de la personalidad y las cualidades retóricas y literarias de Sofonías es el librito (tiene sólo tres capítulos) del Antiguo Testamento que lleva su nombre. El escenario de su actividad fue la ciudad de Jerusalén (1, 4-10; 3, 1 y ss.; 14 ss.).

I. FECHA

La actividad del profeta se realiza en el reinado de Josías (689-639 a.C.). Sofonías es uno de los pocos profetas cuya cronología está fijada con datos precisos en los versículos introductorios del libro. En los dos reinos anteriores, los de Amón y Manasés, la idolatría se había introducido a la Ciudad Santa en formas por demás vergonzosas (especialmente en el culto a Baal y Astarté). Y con el culto extranjero llegaron también la cultura extranjera y una gran corrupción de la moral. Josías, el rey del cetro ungido, deseaba poner fin a la horrible devastación de los lugares santos. Uno de los más acérrimos defensores y consejeros de esa reforma fue Sofonías, y su escrito continúa siendo uno de los documentos de mayor utilidad para comprender la era de Josías.

El profeta puso el hacha a la raíz de la corrupción moral y religiosa cuando, ante la idolatría que había invadido hasta el mismo santuario, amenazó con «eliminar de este lugar hasta el último resto de Baal y hasta el nombre de sus. . . sacerdotes» (1,4), y exhortó a volver a la sencillez de los antepasados, en vez del lujo de las vestimentas extranjeras que eran populares, sobre todo entre los círculos aristocráticos (1,8).

La época de Sofonías fue decisiva e importante debido a que las tierras del Oriente Medio

Estaban siendo arrasadas por los extranjeros que habían llegado con las migraciones escitas en la última década del siglo VII a.C., y porque Jerusalén, la Ciudad de los Profetas, estaba únicamente a unos años de su destrucción (586). El vigía de larga vista de las murallas de Sión vio llegar la catástrofe. «Porque el día del Señor está cerca» es el núcleo de su predicación (1,7). «Próximo está el gran día del Señor, está próximo y se acerca rápidamente. . . Día de ira será aquél, día de angustia y de desgracia, día de desastre y desolación, día de tinieblas y de oscuridad, día de nubes y negros nubarrones» (1,14-15)

II. CONTENIDO

Naturalmente, el libro del Profeta contiene en sus tres capítulos solamente un bosquejo de las ideas fundamentales de la predicación de Sofonías. El esquema del libro en su forma actual es el siguiente:

(a) 1, 2 – 2, 3. Una amenaza del «día del Señor», un dies irae dies illa del Antiguo Testamento. El juicio del Señor descenderá sobre Judá y Jerusalén como castigo por la tremenda degeneración de la vida religiosa (1,4-7a); se extenderá a todo tipo de personas (1,7b-13), y se presentará con todos los horrores de una temible catástrofe (1, 14-18). Por eso exhorta a la penitencia y a la búsqueda del Señor (2, 1-3).

(b) 2, 4-15. La mano del Señor se extenderá no sólo sobre Jerusalén, sino sobre el mundo entero (urbi et orbi), sobre los pueblos de las cuatro regiones de los cielos: hacia el oeste sobre los filisteos (4-7), hacia el este sobre los moabitas y amonitas (8-11), hacia el sur sobre los etíopes (12) y hacia el norte sobre los asirios y los ninivitas (13-15).

(c) Una amenaza especial (3, 1-8).

El Profeta se vuelve de nuevo hacia Jerusalén: «Ay de la ciudad rebelde, impura y opresora. . . No escuchó nunca la llamada, no aceptó la corrección». La amonestación más fuerte es para los aristócratas y los administradores de la Ley (las clases dirigentes de la comunidad civil), y los profetas y sacerdotes, guías del culto público.

(d) 3, 9-20. Una profecía de consolación, o una mirada profética al Reino de Dios del futuro, en el que el mundo entero, unido en una fe y un culto, se volverá al Dios uno, y será posible disfrutar de las riquezas del reino mesiánico, cuya capital es la Hija de Sión. La universalidad del juicio, así como de la redención, queda expuesta tan poderosamente en Sofonías que este libro puede ser visto como la «epístola católica» del Antiguo Testamento.

(e) La última exhortación de Sofonías (3, 9-20) también tiene una tonalidad mesiánica, aunque no llega a la amplitud de Isaías.

III. CARÁCTER DEL PROFETA

La profecía de Sofonías no se diferencia tan claramente de la de otros profetas como Amós y Habacuc. Se limita al modelo común de pensamiento de todas las exhortaciones proféticas, amenazas de juicio, exhortaciones a la penitencia y promesas de salvación mesiánica.

Es por eso que Sofonías puede ser considerado el prototipo de los profetas hebreos y como el modelo de la terminología profética. No busca la gloria del escritor original, sino que pide prestadas ideas y estilo. El parecido con el libro del Deuteronomio puede explicarse por el hecho de que este último libro, hallado durante la reforma de Josías, se convirtió en el centro del interés religioso.

El lenguaje de Sofonías es vigoroso e intenso, como corresponde a la seriedad de esa época, pero se encuentra libre del tono de elegía triste de Jeremías. En algunos pasajes se torna patético y poético, sin que por ello logre alcanzar la dicción clásica o los vuelos poéticos de Nahum o del Deutero Isaías. Hay algo solemne en la manera en la que el Señor es tan frecuentemente presentado como el que habla y la sentencia de juicio cae en la tierra silenciosa (1,7).

Aparte de algunos juegos de palabras (cfr. especialmente 2,4)

Sofonías desdeña toda retórica y adorno poético del lenguaje. En lo tocante a la construcción lógica y rítmica de varias exhortaciones, él tiene dos estrofas del primer diseño (1,7 y 14) con el mismo inicio («el día del Señor está cerca»), y concluye el segundo con un himno (2,15), tal como lo practica su modelo, Jeremías.

El hecho de que el segundo diseño contenga un himno a Jerusalén más animado y prolongado manifiesta un desarrollo gradual del sentimiento hasta alcanzar el esplendor (3, 14 ss.). En la iconografía cristiana Sofonías es representado de dos modos: con una linterna (refiriéndose a 1,12: «Buscaré con una linterna en Jerusalén»), o vestido con una toga y portando un rollo que contiene el texto del inicio del himno «Alaba, Hija de Sión» (3,14).

El pasaje que con más frecuencia se considera como adición posterior es 3, 14-20, debido a que el tono de heraldo de salvación adoptado en él no concuerda con el de las profecías de inminencia del juicio de los dos capítulos que anteceden. Mas es costumbre en los profetas concluir las temibles advertencias del juicio de Yahvé con un vistazo al brillante futuro del venidero Reino de Dios para permitir, por así decirlo, que el arcoíris suceda a la tempestad.

Joel primero hace denuncias proféticas y enseguida procede a emitir consolaciones proféticas (Joel en la Vulgata, 1-2, 17; 2,19-3)

Isaías, en el capítulo 1, compara Jerusalén a Sodoma e inmediatamente después la llama ciudad de justicia.  Uno de los pensamientos escatológicos que sirven de guía a todos los profetas es el siguiente:

Basados en eso, no se puede rechazar Sofonías 3, 14-20. Todo el plan del libro está sugerido en pequeña escala en el primer discurso, que termina en 2, 1-3 con una exhortación a buscar al Señor, que constituye un tema de consolación directamente posterior a la terrible proclamación del día del Señor.

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