CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

LECTIO FEBRERO 13 DE 2022

Sexto domingo del Tiempo Ordinario (C)
“¡Dichosos vosotros, los pobres! ¡Ay de vosotros los ricos!”
La luz del Evangelio cambia la mirada
Lucas 6,17.20-26

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

En el Evangelio de este domingo Jesús llama dichosos a los pobres, a aquellos que lloran, a los que tienen hambre y a los que son perseguidos. Y declara destinados a la infelicidad a los ricos, a los que ríen, a los que están saciados o a los que son alabados por todos. ¿En qué consiste la felicidad que Jesús atribuye a los pobres, a los hambrientos, a los que lloran, a los que son perseguidos? ¿Es felicidad? Las palabras de Jesús contrastan con la experiencia diaria que tenemos de la vida. El ideal común de la felicidad es bien diverso de la felicidad de la que habla Jesús. Y tú, en tu corazón, ¿piensas que una persona pobre y hambrienta es realmente feliz?

Teniendo en cuenta estas preguntas, que brotan de nuestra experiencia de cada día, lee el texto del evangelio de este domingo. Léelo atentamente. No intentes entenderlo todo. Deja que las palabras de Jesús entren en ti. Haz silencio. En el curso de la lectura trata de poner atención a dos cosas: (i) a las categorías sociales, tanto de las personas que se llaman felices, como las amenazadas por la infelicidad; (ii) a las personas que tú conoces y que forman parte del círculo de tus amistades y que pueden catalogarse en una o en otra categoría social.

El texto del evangelio de este domingo omite los versículos 18 y 19. Nos tomamos la libertad de incluirlos en el breve comentario que sigue, porque explican un poco mejor el público, el destinatario de las palabras de Jesús.

b) Una división del texto para ayudarnos en su lectura

Coloca la acción de Jesús en el tiempo – Lucas 6,17:
La gente que busca a Jesús – Lucas 6,18-19:
Las cuatro bienaventuranzas – Lucas: 6,20-23:
Las cuatro amenazas – Lucas: 6,24-26:

c) Texto:

17 Bajó con ellos y se detuvo en un paraje llano; había un gran número de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
18 que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados.
19 Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

20 Y Él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
21 Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.
22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre.
23 Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

3. Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto que más te ha gustado o que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Por quién estaba constituida la gran muchedumbre en torno a Jesús? ¿De dónde venían o qué buscaban?
c) ¿Cuáles son las categorías sociales de las personas que son llamadas felices (Lc 6,20-23)? ¿Cuál es la promesa que cada una recibe de Jesús? ¿Cómo entender estas promesas?
d) Al decir “Dichosos los pobres” ¿piensas que Jesús intenta decir que los pobres deben continuar viviendo en su pobreza?
e) ¿Cuáles son las categorías sociales de las personas que son amenazadas de infelicidad (Lc 6,24-26)? ¿Cuáles son las amenazas para cada una? ¿Cómo entender estas amenazas?
f) ¿Verdaderamente miro yo la vida y la persona con la misma mirada de Jesús?

5. Para aquéllos que desean profundizar en el tema

a) Contexto de entonces y de hoy:

Lucas presenta la enseñanza de Jesús en una revelación progresiva. Primero, hasta el versículo 6,16, Lucas dice muchas veces que Jesús enseñaba, pero no dice nada sobre el contenido de su enseñanza (Lc 4,15.31-32.44; 5,1.3.15.17; 6,6). Ahora, después de haber informado que Jesús vio una multitud deseosa de abrirse a la palabra de Dios, Lucas coloca el primer discurso. El discurso no es largo, pero sí muy significativo.

Quien lo lee desprevenido, tiene casi miedo. ¡Parece una terapia de robo! La primera parte del discurso (Lc 6,20-38) comienza con un provocante contraste: “¡Dichosos vosotros los pobres!” “¡Ay de vosotros los ricos!” (Lc 6,20-26); Jesús ordena amar a los enemigos (Lc 6, 27-35); pide imitar a Dios en su misericordia (Lc 6,36-38). La segunda parte (Lc 6,39-49) dice que ninguno puede considerarse superior a los demás (Lc 6,39-42); el árbol bueno da frutos buenos, el árbol malo da frutos malos (Lc 6,43-45); no ayuda a la persona el esconderse bajo bellas palabras u oraciones, lo que importa es poner en práctica la palabra (Lc 6,46-49).

b) Comentario del texto:

Lucas 6,17: Coloca la acción de Jesús en el tiempo y en el espacio

Jesús ha pasado la noche en oración (Lc 6,12) y ha escogido a los doce, a los que ha dado el nombre de apóstoles (Lc 6,13-16). Ahora Él desciende de la montaña junto con los doce. Una vez que ha llegado a la llanura encuentra a dos clases de personas: un grupo numeroso de discípulos y una inmensa multitud de personas que han llegado de toda la Judea, de Jerusalén, de Tiro y de Sidón.

Lucas 6,18-19: La muchedumbre que busca a Jesús

La muchedumbre se siente desorientada y abandonada y busca a Jesús por dos motivos: quiere escuchar su palabra y quiere ser curada de sus males. Fue curada mucha gente, poseídas de espíritus inmundos. La gente trata de tocar a Jesús, porque se da cuenta de que en Él hay una fuerza que hace bien y cura a las personas. Jesús acoge a todos los que lo buscan. Entre la muchedumbre hay judíos y extranjeros. ¡Este es uno de los temas preferidos de Lucas!

Lucas 6,20-23: Las cuatro bienaventuranzas

* Lucas 6,20: ¡Dichosos vosotros los pobres!

“Levantando los ojos sobre los discípulos”, Jesús declara: “¡Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios!” Esta primera bienaventuranza identifica la categoría social de los discípulos de Jesús. Ellos son ¡los pobres! Y Jesús les garantiza: “¡Vuestro es el Reino de los cielos!”. No es una promesa que mira al futuro. El verbo está en presente. ¡El Reino está ya en ellos! Aun siendo pobres, ellos son ya felices. El Reino no es un bien futuro. Existe ya en medio de los pobres.

En el Evangelio de Mateo, Jesús explica el sentido y dice: “¡Dichosos los pobres en “el Espíritu!” (Mt 5,3). Son los pobres que tienen el Espíritu de Jesús. Porque hay pobres que tienen el espíritu y la mentalidad de los ricos. Los discípulos de Jesús son pobres y tienen la mentalidad de pobres. También ellos como Jesús, no quieren acumular, sino que asumen la pobreza y, como Jesús, luchan por una convivencia más justa, donde exista la fraternidad y el compartir de bienes, sin discriminación.

* Lucas 6, 21: ¡Dichosos vosotros los que ahora tenéis hambre, dichosos vosotros los que ahora lloráis!

En la segunda y tercera bienaventuranza Jesús dice: “¡Dichosos vosotros los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados! ¡Dichosos vosotros los que ahora lloráis porque reiréis!” La primera parte de estas frases está en presente, la segunda en futuro. Lo que ahora vivamos y suframos no es definitivo.

Lo que es definitivo será el Reino que estamos construyendo hoy con la fuerza del Espíritu de Jesús. Construir el reino supone sufrimiento y persecución, pero una cosa es cierta: el Reino llegará y “¡vosotros seréis saciados y reiréis!” El Reino es a la vez una realidad presente y futura. La segunda bienaventuranza evoca el cántico de María: “Colmó de bienes a los hambrientos” (Lc 1,53). La tercera evoca al profeta Ezequiel que habla de las personas que “suspiran y lloran por todas las abominaciones” realizadas en la ciudad de Jerusalén (Ez 9,4; cf Sl 119,136).

* Lucas 6,23: ¡Dichosos vosotros, cuando los hombres os odien…!

La cuarta bienaventuranza se refiere al futuro: “¡Dichosos vosotros cuando los hombres os odien y os metan en prisión por causa del Hijo del Hombre! ¡Alegraos aquel día y gozaos porque grande será vuestra recompensa, porque así fueron tratados los profetas!”. Con estas palabras de Jesús, Lucas indica que el futuro anunciado por Jesús está por llegar. Y estas personas están en el buen camino.

Lucas 6,24-26: Las cuatro amenazas

Después de las cuatro bienaventuranzas a favor de los pobres y marginados, siguen cuatro amenazas contra los ricos, los que están saciados, los que ríen, los que son alabados por todos. Las cuatro amenazas tienen la misma forma literaria que las cuatro bienaventuranzas. La primera está en presente. La segunda y la tercera tienen una parte en presente y otra en futuro. La cuarta se refiere totalmente al futuro. Estas cuatro amenazas se encuentran en el Evangelio de Lucas y no en el de Mateo. Lucas es más radical en denunciar la injusticia.

* Lucas 6,24: ¡Ay de vosotros los ricos!

Delante de Jesús, en aquella llanura, hay sólo gente pobre y enferma, venida de todos los lados (Lc 6,17-19). Pero delante de ellos Jesús dice: “¡Ay de vosotros los ricos!”. Al transmitir estas palabras de Jesús, Lucas está pensando en las comunidades de su tiempo, hacia fines del primer siglo.

Había ricos y pobres, había discriminación contra los pobres por parte de los ricos, discriminación que marcaba también la estructura del Imperio Romano (cf. Snt 2,1-9; 5,1-6; Ap 3,15-17). Jesús critica duramente y directamente a los ricos: “¡Vosotros ricos, ya tenéis vuestro consuelo!” Es bueno recordar lo que Jesús dice en otro momento respecto a los ricos. No creen mucho en la conversión (Lc 18,24-25). Pero cuando los discípulos se asustan, Él dice que nada es imposible para Dios (Lc 18,26-27).

* Lucas 6,25: ¡Ay de vosotros los que ahora reís!

“Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque seréis afligidos y lloraréis!” Estas dos amenazas indican que para Jesús la pobreza no es una fatalidad, ni mucho menos el fruto de prejuicios, sino el fruto de un enriquecimiento injusto por parte de los otros. También aquí es bueno recordar las palabras del cántico de María: “Despidió a los ricos vacíos” (Lc 1,53)

* Lucas 6,26: ¡Ay de vosotros cuando todos los hombres digan bien de vosotros!

“¡Ay de vosotros cuando todos los hombres digan bien de vosotros, del mismo modo hacían sus padres con los falsos profetas!” Esta cuarta amenaza se refiere a los judíos, o sea, a los hijos de aquellos que en el pasado elogiaban a los falsos profetas. Citando estas palabras de Jesús, Lucas piensa en algunos judíos convertidos de su tiempo que se servían de su prestigio y de su autoridad para criticar la apertura hacia los paganos. (cf Act 15,1.5)

c) Ampliando informaciones:

Las bienaventuranzas de Lucas

Las dos afirmaciones “¡Dichosos vosotros los pobres!” y “¡Ay de vosotros los ricos!” mueven a los que escuchan a hacer una elección, una opción a favor de los pobres. En el Antiguo Testamento, diversas veces Dios pone al pueblo delante de una elección de bendición o maldición. Al pueblo se le dará la libertad de escoger: “Yo te he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, por tanto, la vida para que vivan tú y tu descendencia “ (Dt 30,19).

No es Dios quien condena. Es el pueblo mismo quien escoge la vida o la muerte, depende de su posición delante de Dios y de los otros. Estos momentos de elección son momentos de visita de Dios a su pueblo (Gén 21,1; 50,24-25; Éx 3,16; 32,34; Jr 29,10; Salmo 59,6; Salmo 65,10; Sl 80,15; Sl 106,4). Lucas es el único evangelista que se sirve de esta imagen de la visita de Dios (Lc 1,68.78; 7,16; 19,44). Para Lucas Jesús es la visita de Dios que pone a la multitud ante una elección de bendición o maldición “¡Dichosos vosotros, los pobres!” y “¡Ay de vosotros, los ricos!”. Pero la gente no reconoce la visita de Dios (Lc 19,44).

El mensaje de Lucas para los paganos convertidos

Las bienaventuranzas y las amenazas forman parte de un discurso. La primera parte del discurso está dirigido a los discípulos (Lc 6,20). La segunda parte está dirigida a “vosotros los que me escucháis” (Lc 1,27), o sea, a aquella multitud inmensa de pobres y enfermos, llegada de todas partes (Lc 6,17-19). La palabras que Jesús dirige a esta muchedumbre son exigentes y difíciles: “amad a vuestros enemigos” (Lc 6,27), “bendecid a aquellos que os maldicen” (Lc 6,28), “a quien te hiera en la mejilla ofrécele la otra” Lc6,29) “a quien te quite el manto, no le impidas tomar la túnica” (Lc 6,29). Tomadas literalmente, estas palabras pueden favorecer a los ricos, porque lo peor es siempre para el pobre y estas palabras parecen decir lo contrario del mensaje de las bienaventuranzas y de las amenazas que Jesús había comunicado antes a sus discípulos.

Pero no pueden tomarse literalmente, ni siquiera lo ha hecho Jesús: Cuando el soldado le hiere en su rostro, no ofrece su mejilla, sino que reacciona con firmeza: “Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si no, ¿por qué me hieres?” (Jn 18,22-23). Entonces ¿cómo entender estas palabras? Dos frases ayudan a entender lo que estas palabras quieren enseñar. La primera frase: “¡Lo que queráis que os hagan los hombres, hacedlo vosotros a ellos!” (Lc 6,31)

La segunda frase:

“¡Sed misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre!” Jesús no pretende cambiar simplemente algo, porque nada cambiaría. Él quiere cambiar el sistema. La novedad que Jesús quiere construir viene de la nueva experiencia que tiene de Dios, Padre lleno de ternura que acoge a todos. Las palabras de amenazas contra los ricos no pueden ser ocasión de venganza por parte de los pobres. Jesús ordena el tener una conducta contraria: “¡Amad a vuestros enemigos!” El verdadero amor no puede depender de lo que recibo del otro. El amor debe querer el bien del otro independientemente de lo que el otro haga por mí. Porque así es el amor de Dios para con nosotros.

El discurso de la montaña, el discurso de la llanura

En el Evangelio de Lucas, Jesús desciende de la montaña y se para en una llanura para hacer el discurso (Lc 6,17). Por esto algunos lo llaman el “sermón de la llanura”. En el Evangelio de Mateo, este mismo discurso se hace sobre la montaña (Mt 5,1) y es llamado “el sermón de la montaña”. Porque Mateo intenta presentar a Jesús como el nuevo legislador, el nuevo Moisés. Fue sobre la montaña donde Moisés recibió la ley (Éx 19,3-6; 31,18; 34,1-2). Y es sobre la montaña donde recibimos la nueva ley de Jesús

6. Oración del Salmo 34 (33)

“Gratitud nacida de una mirada diferente”

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé, sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser, ¡que lo oigan los humildes y se alegren!
Ensalzad conmigo a Yahvé, exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Yahvé y me respondió: me libró de todos mis temores.

Los que lo miran quedarán radiantes, no habrá sonrojo en sus semblantes.
Si grita el pobre, Yahvé lo escucha, y lo salva de todas sus angustias.
El ángel de Yahvé pone su tienda en torno a sus adeptos y los libra.

Gustad y ved lo bueno que es Yahvé, dichoso el hombre que se acoge a él.

Respetad a Yahvé, santos suyos, que a quienes le temen nada les falta.
Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen.
Venid, hijos, escuchadme, os enseñaré el temor de Yahvé.

¿A qué hombre no le gusta la vida, no anhela días para gozar de bienes?

Guarda del mal tu lengua, tus labios de la mentira; huye del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella.
Los ojos de Yahvé sobre los justos, sus oídos escuchan sus gritos; el rostro de Yahvé hacia los bandidos, para raer de la tierra su recuerdo.
Cuando gritan, Yahvé los oye y los libra de sus angustias; Yahvé está cerca de los desanimados, Él salva a los espíritus hundidos.

Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libra Yahvé; cuida de todos sus huesos, ni uno solo se romperá.
Da muerte al malvado la maldad, los que odian al justo lo pagarán.
Rescata Yahvé la vida de sus siervos, nada habrán de pagar los que a Él se acogen.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: http://www.ocarm.orgLECTIO FEBRERO 13 DE 2022Santa Sede

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