CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

HOMILÍA MARZO 5 DE 2023

CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
II DOMINGO DE CUARESMA
Gn 12,1-4;  Sal 32,  2 Timoteo 1, 8-10;  Mateo 17,1-9

Celebramos en este día la fiesta de la Transfiguración del Señor, se trata del preanuncio de la resurrección gloriosa, es Jesús resucitando como síntesis y cumplimiento de lo anunciado en el antiguo testamento, de aquí la presencia de Moisés y Elías en torno a Jesús, como representaciones de la ley y los profetas.

La transfiguración no es un evento exterior, no es solamente que el rostro y el vestido de Jesús se hayan transformado y se hayan puesto blancos y resplandecientes como la luz; se trata de una transfiguración,  de una transformación interior, una transformación del corazón y en el contexto de este tiempo de cuaresma una transfiguración como sinónimo de conversión, imperativo para quienes creemos en Jesucristo.

En este acontecimiento de la transfiguración que había sido precedido por el bautismo de Jesús, Dios fue revelando la identidad de su hijo

Cuando en los dos sucesos pronuncia: “ESTE ES MI HIJO MUY QUERIDO, EN QUIEN TENGO MIS COMPLACENCIAS, ESCÚCHENLO”, esta es una frase reveladora, que deja al descubierto la grandeza del que anuncia la Buena Nueva de la salvación, del que predica el amor desde la cruz, del que no espera ser servido, sino servir, del que se gestó en el vientre bendito de María Santísima y de quien habría de ser salvación para el mundo entero. El acontecimiento revelatorio de la transfiguración del Señor, afianza en el corazón y en la mente del creyente la convicción de que el fundamento de nuestra fe es efectivamente Jesucristo el Hijo de Dios, manifestación hecha por el mismo Dios.

De la frase reveladora pronunciada por Dios a manera de teofanía, merece atención la última palabra: “ESCÚCHENLO”,  se trata de un mandato, de algo necesario por hacer y por tanto paso obligatorio para la conversión y adhesión a Jesucristo de parte del creyente.

Quien escucha a Jesús  se transforma, se transfigura, se convierte, se postra ante el Señor como lo hicieron en el monte de la transfiguración, Pedro Santiago y Juan.

Infortunadamente en la vida práctica poco escuchamos a Jesús y por eso nuestra transfiguración es tardía, escuchamos muchas voces pero no hemos aprendido a identificar la voz de Dios que nos llama a la conversión por la vía del amor y del perdón; escuchar en la vida cotidiana a Jesús es el comienzo de la resurrección, la persona que ha aprendido a escuchar a Jesús estará dispuesta a perdonar y podrá decir fácilmente me transformé.

Aquella persona que ha sembrado la semilla de la violencia y la muerte en cualquier contexto y que se ha dado cuenta que sus actos son un delito contra el mismo Dios volviéndose así defensor de la vida podrá decir, hoy empezó mi transfiguración;  aquella persona que tiene en demasía y que ha aprendido a vivir el valor de la solidaridad con quienes se encuentran en situaciones precarias se ha empezado a transfigurar junto con Cristo.

Con base en lo anterior podemos decir que la transfiguración debe romper los límites de lo sagrado, para inmiscuirse en los campos sociales

La transfiguración debe traspasar las fronteras del intimismo religioso para acceder a la transformación de situaciones vitales que afectan la vida de la comunidad, como es el caso de la guerra, la violencia intrafamiliar, la pobreza, el desplazamiento, el secuestro, la tortura y cualquier otra conducta que implique la destrucción de la dignidad humana; Jesucristo con su transfiguración nos habla de la necesidad de transformar el mundo, de transfigurarlo en un enorme territorio de paz, en donde todo hombre y  mujer no obstante las diferencias, tengan la posibilidad de ser felices.

Motivados por la transfiguración del Señor e implorando la tierna ayuda de María nuestra Madre del Cielo, comprometámonos con nuestra propia transformación que seguramente servirá de semilla para la transformación de otros.

P. Ernesto León D. o.cc.ss

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