CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

HOMILÍA ENERO 2 DE 2022

CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS
HOMILÍA ENERO 2 DE 2022 – LA EPIFANÍA DEL SEÑOR –
Is 60,1-6): Sal 71; Ef 3,2-3ª.5-6; Mt 2,1-12 – CICLO C.

Peregrinos y caminantes somos todos en este mundo, caminamos hacia parajes conocidos y desconocidos, hacia destinos de paz y de peligro, hacia rumbos luminosos y también sombríos, hacia la contemplación de la vida en el portal de Belén y también en el Gólgota al pie del madero, la encarnación y la redención fundidas en la fiesta de la vida.

Caminamos hacia la libertad y sin lugar a dudas nuestros pasos también se dirigen hacia la esclavitud manifestada en situaciones y circunstancias en donde el vacío de Dios es sinónimo de muerte; peregrinos y caminantes fueron los magos de oriente, quienes guiados por la estrella se dirigieron hasta la presencia de aquél que es la vida, la alegría y la esperanza; se dirigieron hacia aquél que es más que la estrella, pues Él es la Luz, Luz que muchos despreciaron al decir del prólogo de San Juan (Cap 1), prefiriendo las tinieblas por encima del resplandor luminoso que ofrece el Recién Nacido.

El peregrinaje y el caminar propios del relato en torno a los Magos se convierten para nosotros hoy en un reto

Con razón en la primera lectura de Isaías, el profeta con la potencia que conlleva la palabra de Dios le dice al pueblo “LEVÁNTATE y resplandece porque llega tu luz”, pues hoy hermanos y hermanas y en el contexto de este año que está comenzando, nuestro reto es LEVANTARNOS, es decir ponernos en movimiento, incorporarnos, sacudirnos, “zarandearnos” para iluminar con nuestra presencia la vida de los otros, así como la luz del mundo – Jesucristo – lo ha hecho con nosotros.

Levantarnos es doblegar la quietud y todo “postramiento”, la mujer encorvada de la Biblia debe mirar al frente y con la espalda erguida enfrentar su historia, “LEVANTATE Y RESPLANDECE”, significa dinamismo por encima de lo rutinario, implica sinergia de esfuerzos más allá de mesianismos encerrados en sí mismos, levantarse implica salida por encima de un estado de bienestar egoísta; los Magos de Oriente se levantaron, se pusieron en movimiento y caminaron con lo que ellos representan, es decir la humanidad entera, hacia la luz y por eso el profeta Isaías, concluye: “Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora, llegarán tus hijos desde lejos, a ti llegarán las riquezas de los pueblos, de Madíán, Efá y Saba”.

Hermanos y hermanas lo dicho es reto por una sencilla razón expuesta por el profeta:

“las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad a los pueblos”, esta realidad no puede eclipsarse ante nuestros ojos, personas en éxodo masivo desde Venezuela y Nicaragua y más allá de las fronteras de América, qué decir de los que llegan a Francia y también a Italia, qué decir de la corrupción a todo nivel, del abuso de los niños, de las desacreditadas instituciones y personas, del hambre en muchos escenarios, gobernantes enceguecidos por el antifaz del poder descomunal que es muerte para pueblos enteros, estas y otras son las tinieblas que cubren la tierra y que no se disipan con las festividades de fin de año.

Por eso el LEVANTARSE Y RESPLANDECER es un reto, es un deber y una tarea que debemos asumir por encima de las sombras contaminantes de la intolerancia y la indiferencia humanas más allá de las fronteras geográficas, de credo y pensamiento. Pues bien, que el nacimiento del Señor y su epifanía o manifestación a los Magos, sea una realidad en el corazón humano para que pueda cantar con el Salmista ante la alegre presencia de Dios: “Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna”; “Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; Él se apiadará del pobre y del indigente y salvará la vida de los pobres”. (Sal 71). Primera misión “levantarnos para resplandecer”.

Evangelio según San Mateo Capítulo 2

Por otro lado, en el santo Evangelio de San Mateo en el Capítulo 2, llama particularmente la atención el hecho de PREGUNTAR por parte de los Magos de Oriente: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”, pues bien, mas allá de una connotación religiosa, que la tiene esencialmente, vale la pena decir que lo que existe en los Magos es inquietud, asombro y admiración por algo más grande que excedía sus propias conquistas y su propio bienestar.

Eso que buscaban con inquietud, eso desconocido excedía sus verdades descubiertas producto de su conocimiento, estudio y consagración, era algo mayor que sus deseos continuos por develar los grandes misterios del mundo, sus verdades se relativizaron frente a la VERDAD que es Dios revelada en el Niño del Pesebre, su sabiduría fue tenida como nada frente a la insondable Luz del Hijo de Dios.

No se trataba de saber sobre Dios sino de encontrarse con Dios, los magos fueron delante de Herodes significando con esto la superación de reyes, reinados y reinos pasajeros para encontrarse con el Rey de reyes, y por eso se postraron para adorarlo; estos Magos son los hombres de la fe que guiados por la estrella y más allá de cálculos humanos, brújulas y mapas confiaron en Dios y se dejaron guiar por Él hasta el pesebre de la vida, la justicia y el amor.

Segundo reto

Con lo dicho antes, lleguemos finalmente a un segundo reto y es el de configurarnos como estrellas luminosas para los demás, que así como los Magos guiaron a la humanidad hacia el Salvador,  nosotros podamos también ser luz y guía para cuantos nos traten, que nuestra palabras sean luminosas para orientar y no condenar, que nuestras manos sean luminosas para levantar y no para condenar, que nuestro corazón se luminoso para perdonar y no para odiar, que nuestra vida toda sea estrella luminosa hacia parajes en donde se tejan inquietudes por la vida, propuestas de cambio por un mundo nuevo, en fin, propósitos que engrandezcan la dignidad humana.

Madre del Cielo, permítenos entrar en tu portal para contemplar al Niño en tus manos, permítenos ofrecerle el oro de un corazón bueno, el incienso de los labios que claman por la paz del mundo y la mirra de nuestro cuerpo proclive al pecado.

P. Ernesto León D. o.cc.ss