CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

EL PAN NUESTRO DEL 7 DE MARZO (Mt 20,17-28)

Hermanos y hermanas, en el salmo responsorial de hoy (30), encontramos palabras llenas de esperanza y de ánimo para nuestros corazones vacilantes. Usualmente en la Sagrada Escritura encontramos salmos de acción de gracias, de súplica, perdón y oración; y en el caso del salmo 30 se nos descubre el valor de la confianza por parte del hombre en Dios, confianza manifestada así. «Señor confío en ti, estoy en tus manos, bendito seas en toda circunstancia».

Realmente estas palabras nacen del corazón de aquél que se ha encontrado personalmente con Jesucristo y aunque a él lo encontramos en las personas y en los acontecimientos, de manera excelsa el Señor está en la Sagrada Eucaristía, banquete de amor y de vida.

Quien ha descubierto a Jesucristo en el Sacramento del Altar, a diferencia de la mamá de los hijos del Sebedeo, no le interesa los primeros puestos; ni las posesiones de privilegio; pues sentirse amado por Dios es su mayor logro, su mayor alegría, al margen de todo lo que signifique afán de poder y autoridad.

Motivados por lo anterior e inmersos en el ambiente de la cuaresma intentemos descubrir en la Sagrada Eucaristía la presencia real del Señor; una presencia que revitaliza nuestra vida y que renueva nuestro espíritu, una presencia que nos hace humildes y serviciales a imagen de aquél que sirvió a la humanidad hasta el extremo de ofrendar su vida por ella.

Ob amorem Dei.

EL PAN NUESTRO DEL 7 DE MARZO

Santa Sede

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