CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

EL PAN NUESTRO DEL 17 DE FEBRERO. (Mc 8,34-9,1)

Hoy nos ofrece el evangelio, una concepción distinta de la CRUZ, pues habitualmente, hemos definido la cruz como sinónimo de sufrimiento, de dolor, lágrimas, penas, sacrificios, entre otros; la nueva interpretación que nos ofrece Jesús es la contemplación de la cruz como sinónimo de vida; de tal forma que cuando dice. «El que quiera seguirme cargue con su cruz y sígame», está diciendo, cargue con su vida completa y sígame, no está afirmando cargue con sus dolores, con sus angustias y sígame; el Señor sugiere un seguimiento con la vida en toda la extensión de su significado.

Cargar con la cruz significa, cargar con nuestra historia personal, llevar sobre nuestros hombros nuestro vivir cotidiano, en ocasiones triste y en otras oportunidades alegre; significa asumir lo que somos y tenemos para luego caminar en pos de Jesucristo.

Desde la perspectiva cristiana, muchos creyentes han asumido el imaginario de la cruz como signo de derrota, de muerte y de fracaso

Conceptualización a nuestro modo de ver equivocada, pues es necesario saber que en el madero de la cruz, Jesús venció a la muerte, en ella se gestó la resurrección, en ella la victoria, la vida, se alzó sobre la muerte; por tanto, creemos conveniente afirmar aquí, que fundamentalmente el significado que se esconde en el árbol de la cruz y en la invitación hecha por Jesús hoy, «carguen con su cruz y síganme», no es otro sino LA VIDA, que permanece siempre firme porque la sostiene Dios.

Que el P. Matovelle, nos asista con su presencia para poder a la luz de este evangelio, entender la invitación que un día les hizo a los oblatos «Buscad la cruz y no la encontraréis, ni en la cima de los montes, ni en la cumbre de los palacios, la encontraréis únicamente en el calvario».

«Ob amorem Dei»

EL PAN NUESTRO DEL 17 DE FEBRERO

Santa Sede

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