CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

39.1 ORACIÓN

ORACIÓN

Gloria al Sagrado Corazón de Jesús, cuya misericordia ha sido infinita con los siervos felices de este hogar, al escogerlo entre millares, como herencia de amor y santuario de reparación por la ingratitud humana.

Con cuánta confusión, Señor Jesús, esta porción de tu rebaño fiel, acepta el honor insigne de verte presidir nuestra familia; cómo te adora en silencio y se regocija al verte compartir bajo el mismo techo, las fatigas, los afanes y también los castos goces de estos tus hijos.

iAy! no somos dignos, es verdad, de que tú entres en esta humilde morada, pero tú has dicho ya una palabra, revelándonos tu Corazón Santísimo, y nuestras almas han sentido sed de Ti, y han hallado las aguas vivas que saltan hasta la vida eterna, en tu Costado herido ¡Oh Buen Jesús! Por eso, contritos y confiados, venimos a entregarnos a Ti, que eres la vida inmutable. Permanece entre nosotros, iUn Corazón Sacrosanto! pues sentimos ansias supremas de amarte y hacerte amar, y Tú eres la zarza ardiente que ha de abrazar al mundo para regenerarlo. ¡Ah, sí! que esta casa sea tu refugio, tan dulce como el de Betania, donde encuentres solaz en las almas amigas, que han escogido la mejor parte en la intimidad venturosa de tu Corazón; sea éste, Salvador amado, el asilo pobre, pero cariñoso, de Egipto, en el destierro de tus enemigos.

¡Ven Señor Jesús, ven…!

Pues en esta casa, como en Nazaret se quiere con entrañable amor a la Virgen María, a esa Madre tan tierna que tú mismo nos diste; ven a llenar con tu presencia deliciosa, los vacíos que la muerte y la desgracia han dejado entre nosotros…

iAy! ¡si Tú, el amigo fidelísimo hubieras estado en nuestras horas de duelo, cómo se hubieran endulzado tantas lágrimas, y cuánto bálsamo de paz hubiéramos sentido en aquellas heridas secretas que solo Tú conoces!… |Ven! porque se acerca tal vez para nosotros la tarde angustiosa de nuevos pecados, y declina el día fugaz de nuestra juventud y de nuestras ilusiones; quédate entre nosotros, porque ya anochece, y el mundo perverso quiere envolvernos en las tinieblas de sus negaciones y nosotros te queremos a Ti, porque solo Tú eres el camino, la verdad y la vida. Nos dices, Jesús, como en tiempo antiguo: «Es preciso que desde hoy me deis hospedaje en vuestra casa».

Sí, Señor, establece aquí tu tabernáculo, a cuya sombra vivimos en tu compañía, nosotros que te proclamamos nuestro Rey, porque no queremos que otro reine, sino solo Tú. ¡Viva siempre amado, bendecido y glorificado en este hogar, el Corazón triunfante de Jesús venga a nos su Reino! Amén.

Fuente: Manual de Piedad Misioneros Oblatos

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