CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA EL FIN DE SEMANA: DICIEMBRE 4 DE 2014.

Trabajemos por la causa de Dios aunque todo parezca imposible.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que llega a anunciar la liberación y a manifestarnos el rostro amoroso del Padre que nos invita a disponer la vida para recibir al que nos bautizará con Espíritu Santo.

La invitación para este domingo es a preparar el camino del Señor en el desierto, en ese lugar donde se toman las decisiones y Dios aparece como la fuerza que nos hace capaces de resistir en los propósitos que nos hacemos. En el desierto Dios se manifiesta en el silencio y en la convicción profunda que uno tiene de querer asumir en serio la vida.

Dios nos invita a prepararnos. Dios se ha valido de personas que nos anuncian y nos invitan a mirar más allá de las dificultades, a mirar con esperanza lo que Dios está por realizar.

De nosotros es escuchar, creer y comenzar a quitar los impedimentos, las excusas, las dificultades, para que Dios llegue. Derribar muros, allanar caminos, abrir posibilidades.

Puede ser que no seamos conscientes de una verdad: vivimos muy ocupados en lo nuestro, muy encerrados en el propio mundo o en el propio ego, en el yo.

Vivimos gastando la vida para tratar de vivir. Esto nos cansa, nos quita alegría. Nos matamos por la familia y nos quedamos sin familia; nos gastamos por la paz y morimos en la guerra; nos fatigamos por el pan y acabamos con hambre; vivimos esclavos del trabajo y de las propias ambiciones, sometidos, creyendo que algún día seremos libres.

Muchas veces ya ni sabemos por quién ni para quién vivimos, pocos, muy pocos caen en cuenta que nos falta alguien: el que nos trae la salvación, la paz, la buena noticia y que nos habla de la generosidad y bondad con la que debemos relacionarnos. De la grandeza y de la dignidad con la que desde siempre hemos sido amados.

En este tiempo, los cristianos, los que hemos creído en el amor de Dios, tenemos que gritar y anunciar que también otra manera de ser, de vivir, de expresar el amor.

¡Jesús ha venido, Jesús vuelve! Hay una buena noticia por anunciar: Aquí está Dios que tiene el poder, que todo lo domina y que desde Él, si volvemos a Él, si nos proponemos ir a Belén, a dejarnos guiar por una luz que brilla en las tinieblas, tendremos el premio: Él mismo nos apacentará, nos llevará en sus brazos y nos protegerá.

Todos tienen o tenemos que saber que el tiempo de la servidumbre y de la esclavitud en el que nosotros mismos hemos sido verdugos al dejarnos llevar por la ambición y las ansias de poder y de poseer, se ha terminado. Claro está: siempre y cuando quieras o queramos que se termine.

Abramos el corazón. Este tiempo es para disponerse y querer desde lo más íntimo convertirse para caminar los caminos de Dios.

Trabajemos para que Dios nos llegue, nos habite, para que vuelva su rostro sobre nosotros y llene nuestros corazones de su presencia.

Trabajemos aunque todo parezca imposible. Unámonos de corazón y hermanémonos para que Dios revele su gloria y los ángeles nos anuncien que ha nacido, que nos ha llegado el Salvador. En al amor de Jesús nos sentiremos salvos, tendremos fuerza para correr a su encuentro, para ir a Belén al lugar del pan, de los pequeños y en el que se palpa la sencillez de Dios.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd