CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

REFLEXIÓN PARA EL 5 DE JUNIO

¡RELÁJATE Y SERÉNATE!

La relajación mental es un “no actuar”, un regreso al “no esfuerzo”,
El desentenderse de preocupaciones nos permite gozar la serenidad natural.
A favor de tu paz interior, relájate física y mentalmente; extendiéndote de espaldas en la cama.
No es conveniente hacerlo ni en el suelo duro ni en una cama mullida.
En tiempo frío conviene abrigarte para que no te resfríes cuando te relajas.
Es más eficaz que lo hagas en la penumbra y en lugar silencioso.
Cierra los ojos y no pienses en nada.
Hazlo siquiera una vez cada día.
El estado de serenidad y de paz te introduce en el ámbito de la felicidad al equilibrio armónico del organismo.
Tiberio López Fernández

EPÍSTOLA DE SANTIAGO

REFLEXIÓN PARA EL 5 DE JUNIO

CAPÍTULO  3

CAPÍTULO 3, 1-3

No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo,
pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo.
Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan, dirigimos así todo su cuerpo.

CAPÍTULO 3, 4-6

Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del piloto quiere.
Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande.
Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos.

CAPÍTULO 3, 7-10

Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser domados y de hecho han sido domados por el hombre;
en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero.
Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios;
de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así.

CAPÍTULO 3, 11-18

11     ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga?
12     ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce.
13     ¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría.
14     Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad.
15     Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca.

16     Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad.
17     En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía.
18     Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz.

Santa Sede

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