CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

REFLEXIÓN PARA EL 26 DE JULIO

¡DILO A LOS CUATROS VIENTOS!

Reconoce, en público, las cualidades de aquellas personas con quienes convives.

Elogia sus aciertos.
Anima a tus amigos a progresar destacando sus valores.
No basta con que aceptes lo bueno de tus amigos.
Es preciso declarárselo a ellos, con sinceridad y entusiasmo.
Cuando sientas la tentación de desacreditar a otro, guarda prudente silencio.
Se positivo en tu relación con los otros.
Conviértete en un fino instrumento musical para alabar a tus semejantes.
“No malgastes tu talento negando el de los otros”.
Proclama a los cuatro vientos, con fervor, los aciertos y méritos de tus relacionados.
Tiberio López Fernández

EPÍSTOLA DE SANTIAGO

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 4, 1-3

1 ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros?
2 ¿Codiciáis y no poseéis? Matáis. ¿Envidiáis y no podéis conseguir? Combatís y hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís.
3 Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones.

CAPÍTULO 4, 4-7

4 ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.
5 ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros?
6 Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: = Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. =
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros.

CAPÍTULO 4, 8-11

8 Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Purificaos, pecadores, las manos; limpiad los corazones, hombres irresolutos.
9 Lamentad vuestra miseria, entristeceos y llorad. Que vuestra risa se cambie en llanto y vuestra alegría en tristeza.
10 Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
11 No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres un cumplidor de la Ley, sino un juez.

CAPÍTULO 4, 12-17

12 Uno solo es el legislador y juez, que puede salvar o perder. En cambio tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
13 Ahora bien, vosotros los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos»;
14 vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana… ¡Sois vapor que aparece un momento y después desaparece!
15 En lugar de decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».
16 Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este tipo es mala.
17 Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.

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