CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 28 DE 2016

PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 28 DE 2016

Jesús regresa y nosotros vamos a su encuentro.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Reciban mi saludo cordial que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que sea Él la razón de ser de nuestra vida y de nuestra entrega. Que sea Él quien viva en cada uno y que en Él y desde Él comencemos a “escalar” hacia el cielo.

Iniciamos el Adviento y este primer domingo es una toma de conciencia: Jesús llega; regresará, pero también nosotros caminamos, vamos a su encuentro. Algún día será o llegará el final de nuestras vidas aquí en la tierra, algún día nuestra misión terminará y la muerte no nos dará el tiempo que ya la vida nos dio.

Casi nadie piensa en el final, aunque día a día lo vivimos, el final será de un momento a otro, pero nunca será repentino, ya estamos avisados, ya todos sabemos que un día de vida lo es de muerte. La muerte es la plenitud de la vida y la plenitud no tiene edad. Hay que ser pleno cada día, hay que dar lo mejor cada día, hay que morir día a día; morir en Cristo, vivir lo eterno, anticipar el cielo. El final está lleno de Dios, el final contiene el comienzo de lo eterno. El final sabe a cielo para quien en la vida lo ha degustado.

Vivamos a la expectativa, abramos un espacio a la esperanza; sepamos que cada día es un regalo, cada hora un don y cada persona es nuestro objetivo en la misión encomendada. Nacimos y vivimos para los demás. Vivamos con la plena conciencia que todos somos del Señor y que vivimos para el Señor a quien se le ama y sirve en los demás. El Señor vendrá por eso estemos preparados, no demos oportunidad al mal, cuidemos a los demás y a la creación como el Padre de familia cuida de su casa y de su familia. Hagamos los sacrificios que tenemos qué hacer y que ofrecen paz y serenidad, alegría y amor a los demás.

El Hijo del hombre regresará, nos pedirá los frutos de la cosecha, nos examinará en el amor, nos pedirá cuentas del amor gastado. Si no ha sido así, pongámonos en camino, subamos a la cima de la montaña, llenemos el corazón de amor; una limpieza a tiempo nos hará recuperar la esperanza y la alegría al saber que podemos ser y, por lo tanto, vivir mejor.

Cada día es para vivirlo y para que nos preparemos para lo que viene. Cuando yo sé que alguien importante y amado, alguien grande y digno llega a la casa los preparativos para recibirlo son grandes, los lugares en los que Él estará son limpios y la alegría que espera encontrar nuestros labios se la brindan.

¡Ya llega el Señor! Adviento es para recordarnos que el que viene es grande y merece encontrar todo dispuesto, un lugar digno para quedarse. El que llega es nuestra fuerza, la razón de ser del amor y del perdón, la razón de nuestra esperanza. Llega el que nos ha encomendado la misión de invitar a cada uno a la conversión, al perdón y al amor. Llega el que sana, el que pasa por nuestras casas y quiere enseñarnos; el que prefiere un momento de escucha a uno de agitación.

Adviento es tiempo de entrega y de reconocer lo efímero de la existencia. Pero también Adviento es para anticipar la eternidad. Hagamos todo para quedarnos para siempre, por el testimonio de la vida y la predicación de la Palabra, en los corazones de los demás.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.