CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA JULIO 29 DE 2013

PARA ESTA SEMANA JULIO 29 DE 2013

Orar es una manera de llenar la ausencia de quien está presente en el amor.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana y de tantas partes del mundo. Un abrazo cargado de bendiciones que además lleva los mejores deseos de paz y así llenemos el mundo de este don tan grande que nos regala Dios.

Iniciamos una semana en la que, seguramente, como nos lo enseña Jesús, seguiremos pidiendo a Dios con insistencia, Pedir para dar a los demás. Pedir lo que es necesario: El pan de cada día, el perdón de los pecados y el estar libres del mal.

Pedir es una manera de reconocer, en fe, que Dios es Padre, que nos cuida y nos protege y que es capaz de ayudarnos. Tenemos claro que Dios ha escogido ayudarnos dándose Él mismo. Todos llevamos algo de Él; a cada uno Dios dio un poco de sí mismo. No es genética, es una vida en Espíritu y en Verdad y nosotros hemos tenido el privilegio de haber re nacido con Cristo cuando fuimos sumergidos en las aguas del Bautismo. Dios se nos ha dado y se nos sigue dando a través de su Espíritu Santo. Y en este mismo Espíritu nos ha dado todo lo que es necesario para vivir conformes a la vocación a la que hemos sido llamados.

Pedir es orar y orar es saber que hay un Padre que es de todos, que su nombre debe ser santificado en la tierra con una vida digna de un hijo suyo, que la mejor manera de santificar su nombre es hacer su voluntad que no es otra que la de amar y en el amor crear ambientes de justicia y misericordia y que con el Pan de cada día, que es también Cristo, podremos caminar por la vida con la valentía de aquellos que saben que viven y luchan por una causa justa.

Dios es el que hace todo fuerte y santo; a todo le da su toque, todo está lleno de su presencia y de su hermosura. Nosotros debemos dejarnos guiar por Él que es Providente y en esta experiencia descubrir que los bienes de este mundo pasan y que hay unos eternos, de los que tenemos primicias, que anticipan el gozo del cielo en la tierra.

Orar ha sido siempre una preocupación en la relación con Dios. Es como la preocupación que mantienen los amigos y los amantes por el diálogo. Orar para abrir el corazón, para permitir que Dios que nos conoce nos llene de su luz, orar es pedir, es reconocer, es sentarse, encerrarse, mirar, amar, tocar, sentir. Orar es todo lo que yo le pueda permitir a quien amo tocar en más íntimo del ser. Es una forma de dejarle entrar.

Orar es una manera de llenar de presencia la ausencia; de acercar lo lejano. Orar es dialogar en silencio, es ver en la oscuridad y es tener la certeza que quien me ama nunca me abandona.

Jesús no enseñó a sus discípulos a orar con un método pero si llevo a los suyos a confiar en el Padre, a entender su manera de amar y sus deseos de salvar. Lo llamó Padre, Providente y misericordioso. Mostró su cercanía con los pobres y enfermos.

Por eso orar se convirtió en el encuentro más íntimo y personal con quien daría las fuerzas para saber que estamos llamados a ser perfectos como el Padre. El Espíritu Santo nos llevará por sus caminos y solo en Él llamaremos a Dios Padre.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd

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