CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA EL FIN DE SEMANA: MARZO 19 DE 2015.

“Queremos ver a Jesús”

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Feliz día de san José y de manera especial saludo a todos los hombres en su día y que sea san José quien interceda ante Jesús por sus necesidades.

A todos los hombres que le han dicho sí al Señor en fe él les ayude a asumir cada uno de los compromisos que la fe implica y que además nos haga arriesgados y fieles al servicio del Señor. Acompañemos a Jesús en su caminar por la vida y seamos como José defensores de la verdad y de la vida.

El próximo domingo nos encontraremos con el texto de san Juan (12, 20-33) que nos habla de Jesús cuando está en Jerusalén. Algunos griegos quieren verlo y dos de sus discípulos se lo dijeron. Y antes de que Jesús se lo permita hay una profunda y seria reflexión sobre su persona, su misión y el momento que le espera. Esto es importante que los discípulos lo recuerden y los que quieren verle o le han aclamado lo entiendan.

¿Para qué querrán verlo? Sería la pregunta de algunos discípulos. Jesús se adelanta, antes del encuentro con ellos, que seguramente sucedió, a aclararles en éstos a todos los que le escuchan que la hora de la muerte, de la glorificación está cerca; ha llegado la hora de la pasión y de la muerte. Esa muerte que se convertirá en vida, la muerte que se hará fecunda. Con la muerte ha llegado la hora de regresar al Padre, de la vida eterna. Llegó la hora de perderse para ganarse, de dar para tener; de morir para resucitar.

El que no esté preparado para eso que Jesús vivirá seguramente se sorprenderá negativamente. Por ahora todo en Jerusalén parece victorioso. El pueblo lo aclama como salvador, le reconoce la autoridad y el celo por las cosas de Dios. Pero Él sabe que la tentación llegará y esta vez en los miedos. Querrá no ser enterrado como el grano de trigo; el mal sigue, el tentador sigue: cambiar el proyecto del reino por la fama, por la serenidad o por el poder, es como si en Jerusalén Jesús volviera al desierto.  Pero Jesús no cambiará esta hora, está convencido de su proyecto, tiene claro que ha venido a salvar al mundo y si esta salvación, este proyecto de Dios, genera odios y persecuciones y por lo tanto miedos, no lo abandonará. Fiel en obediencia al Padre. Él ha venido a glorificar al Padre y el Padre tanto amó al mundo que de la muerte que el mundo da a su Hijo hace renacer la vida y la esperanza. El Hijo será levantado en lo alto y atraerá a todos hacia él, hacia el amor del Padre.
 
Jesús está llenando su vida y su muerte de esperanza; está llenando su miedo, su presente y su futuro de esperanza. Sabe, tiene la certeza, que el Padre colmará sus miedos, ansiedades, preguntas. Desde ahora en las manos del Padre encomienda su espíritu.

¿Para qué querrán ver a Jesús? Vuelve la pregunta pero esta vez para cada uno de nosotros. Personalmente quiero ver a Jesús y ahora que ha sido exaltado en la Cruz y glorificado en la resurrección, para encontrarme de nuevo con el amor fiel de Dios que no se cansa de esperar la respuesta de bien y de amor que pueda darle. Quiero ver a Jesús para darle gracias por su fidelidad, su enseñanza y pedirle que me ayude y que a todos nos ayude a vivir con esperanza en el miedo y en el dolor y a que no caigamos en tentación cuando aparezca el dolor y la angustia. Quiero verlo para tener claro que lo mío y lo tuyo, lo de todos es el amor que salva y que incluye a toda la humanidad en un proyecto de Reino.
Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd