PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 5 DE 2021
Que nada nos detenga en esta carrera que emprendimos para encontrarnos.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo cordial y mis oraciones para que como nos dice san Pablo “su amor crezca más y más en conocimiento de Dios y en capacidad de discernir” (2Flp. 1, 4-6).
Para ver la salvación que trae nuestro Dios necesitamos disponernos, es decir, allanar los caminos y comenzar todo un proceso de conversión. Dios es fiel a sus promesas y tiene su tiempo. Llama a algunos, los escoge y los envía, como lo hizo con Juan el Bautista, a cumplir una misión encomendada. Juan invita a la conversión y al bautismo para el perdón de los pecados. Él, como precursor, debe preparar los caminos al Señor. Ya le gente debe escuchar que el día de nuestra liberación, de nuestra salvación, se acerca y que debemos disponer de tal manera el corazón y la vida, que el Señor llegue con la plenitud que tiene para cada uno.
Nosotros estamos siendo invitados y de manera especial en este tiempo de Adviento a preparar los caminos del Señor, a trabajar por mejorar todo aquello que no está bien y a reparar las cosas que por nuestra forma de ser hemos dañado. El Señor necesita que nuestro corazón esté dispuesto, que los esfuerzos por ser buenos sean reales. Él es la plenitud de la vida y la salvación que tanto anhelamos. Ahora que sabemos que viene, que pronto llegará, trabajemos para que nuestro corazón sea su morada y nuestras obras y palabras sean las suyas.
La salvación es un don del Padre y con Jesús nos llega. El esfuerzo que nosotros tenemos que hacer sé que no es mucho; son pocas las cosas por cambiar, por mejorar. Aceptemos la invitación de san Juan Bautista y renovemos el don del bautismo con el cual se nos perdonaron los pecados; aceptemos que todo lo que no es propio lo podemos dejar y que todo lo que nos hace daño lo podemos cambiar. Lo que quiere Dios es quedarse para siempre, salvarnos y hacer de nosotros testigos del amor y agentes o discípulos de salvación.
Salgamos; corramos el encuentro del Señor, aligeremos el equipaje, con Él vamos a necesitar poco, le basta nuestro corazón arrepentido, limpio. Que nada nos detenga en esta carrera y que en Jesús nosotros encontremos toda la ciencia de la sabiduría divina.
Ninguno de nosotros se resigne más al propio mal; Adviento es el tiempo que prepara para la alegría, que aleja, con sus promesas, la adversidad; es el tiempo en el que sentimos que la dignidad perdida se recobra y que la salvación vuelve a ser una opción fundamental en nuestra vida.
Dios nos ofrece el manto del triunfo y la corona de gloria, vueltos a Él seremos de nuevo grandes y recuperamos la fuerza para luchar contra todo aquello que es injusto. El Señor llega a cambiar nuestra tristeza en alegría.
Que cuando Cristo venga nos encuentre plenos de frutos. Siempre dando lo mejor y en el tiempo oportuno.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz
