Siempre alegres en el Señor

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, bendiciones y abrazos y que el Dios que nos llena de toda esperanza nos ayude a caminar siempre por los senderos que Jesús nos ha trazado y que la alegría que genera en nosotros el saber que Dios amor viene a nuestro sea también alegría para nuestros seres queridos. Como Juan el Bautista seamos testigos del acontecer de Dios en la vida y que Aquel que nos da la fuerza, nos llena de esperanza y nos conforta en amor se manifieste en nuestras palabras y acciones de tal manera que siempre y en todo lugar seamos testimonio del amor, de Dios y de su obrar.

Esta semana tercera del Adviento estamos siendo invitados a dar testimonio de la luz.

Somos instrumentos elegidos por Dios para que su gracia se derrame y su amor se extienda a través de cada uno de nosotros. Nuestra humanidad, nuestra manera de vivir, nuestro obrar debe convertirse en el testimonio más grande de lo que hay y de lo que acontece en nuestro corazón. No somos Jesús, no somos Dios, pero dejamos que ellos obren en nosotros. Les hemos abierto el corazón para que desde ahí ellos acontezcan de tal manera que en todo sea la voluntad de Dios la que se manifieste en cada uno. Somos voces, como Juan Bautista que anuncian al precursor, que presentan al Mesías; que le preparamos los caminos, los corazones que Él habite en todos como en nosotros.

Juan bautiza, invita a la conversión, anuncia al Cordero de Dios. Sabe cuál es su papel en la historia de la salvación y cuál es su lugar con respecto a Cristo y como él nosotros debemos ser anunciadores; precursores, anunciadores de un mañana lleno de amor y de fidelidad; como Juan Bautista debemos preparar caminos. Somos la puerta de entrada al reino, Jesús es la meta, es nuestro todo. En Él nos movemos y hacía el caminamos.

Dispongamos caminos, corazones para Dios.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.